Traducción: Nerea Merino, Paula López, Yasmin Kasmi.
La situación mediática de Yemen se puede explicar con una sola palabra: caos. En 2011, la Primavera Árabe empezó con una protesta masiva en Sana’a, capital de Yemen, y rápidamente se expandió por toda la región. Enfrentándose a una difícil situación política, la vida de los periodistas era cada vez más difícil. Muchos de ellos tuvieron que enfrentarse a gobiernos que no respetaban la democracia y los derechos humanos más básicos, como la seguridad o tener una opinión diferente.
En un país como Yemen, donde los derechos fundamentales son violados, los periodistas, y en particular, los corresponsales de guerra ponen sus vidas en constante riesgo. Éstos transmiten la información desde el frente del conflicto, y siempre están bajo presión.
A menudo, no pueden informar de manera adecuada debido a una serie de factores políticos que intentan controlar su actividad. Algunos medios de comunicación, restringen aún más aquello que pueden publicar.
Muchos periodistas se han negado a dejar su trabajo, el cual ven como un deber para la sociedad, en medio de los numerosos ataques y restricciones. Los corresponsales de guerra de Oriente Medio y el norte de África que asumen este riesgo, se enfrentan a diferentes obstáculos como las presiones y las limitaciones por las partes envueltas en el conflicto. Estos tienden a influir y a controlar el trabajo de los periodistas con distintos grados de sofisticación.
Los periodistas y corresponsales, se han convertido en el blanco de los ataques de las partes involucradas, sufriendo limitaciones simplemente por hacer su trabajo, como la prohibición de entrar en diferentes zonas del país. Por ejemplo, los periodistas que apoyan la revolución y rechazan el poder de los rebeldes Houthi, no pueden estar presentes en zonas que están bajo su control en el norte de Yemen, mientras que los periodistas que apoyan a los rebeldes Houthi no pueden informar desde otros territorios y ciudades como Taiz y Aden.
Muchos periodistas abandonaron el país, mientras que otros fueron asesinados, como pasó con el corresponsal Al Masdar, Jamal Al-Sharabi, mientras cubría manifestaciones antigubernamentales en 2011. Otro periodista, Mohammed Al-Absi, fue asesinado por llevar a cabo una investigación en la que intentaba enseñar la gravedad de la corrupción del país; Otros 41 periodistas a menudo están siendo tomados como rehenes.
“Las escenas de muerte no pueden ser olvidadas y sus efectos no ocurren inmediatamente sino con el paso de los años”.
Todos los corresponsales de guerra que entrevisté, sufrieron consecuencias psicológicas como resultado de cubrir la guerra en el país. En un menor nivel, también experimentaron presiones físicas (amenazas de muerte) y técnicas (problemas con la transmisión de información en tiempo real). Como contó un corresponsal de un medio de comunicación internacional, «Las escenas de muerte no pueden olvidarse, y el efecto no ocurre de inmediato, sino a lo largo de los años».
Muchos corresponsales que entrevisté contaron que dependían en gran medida de las fuentes oficiales, instituciones militares, representantes de las autoridades militares, testigos y plataformas de medios e Internet.
La información adquirida fuera del registro, también tuvo un papel importante. Sin embargo, muchos periodistas admitieron haber cometido fallos en sus informes debido a que recibieron información falsa.
«Cada una de las partes involucradas en un conflicto intenta llevar al corresponsal a su favor. Después de todo, no puede haber un acuerdo en el campo de batalla porque los hechos en estas zonas influyen en uno de los partidos y el periodista no puede permanecer indiferente», un periodista explica la situación. «Esto no significa que se deba adoptar una actitud hostil contra una de las partes, sino la verdad, que a su vez no favorece a ninguna de ellas».
Un infeliz corresponsal en la feliz Yemen:
Antiguamente, Yemen era conocido como la «Arabia Félix», del latín feliz o afortunado. Sin embargo, ahora aparece como uno de los países menos felices del mundo, según el último Informe mundial de la felicidad de las Naciones Unidas. El informe se basa en aspectos como el producto interno bruto per cápita, la asistencia social, la esperanza de vida, el nivel de corrupción y la libertad social.
La infelicidad se explica con la difícil situación sociopolítica del país. Yemen es uno de los países más pobres del mundo. Muchas guerras y conflictos han tenido lugar en los últimos años. El país se encuentra en medio de conflictos que amenazan su estabilidad: la guerra con los insurgentes al-Houthi desde 2004, el movimiento separatista en el sur, la existencia de miembros de Al-Qaeda en algunas ciudades del país, los cambios impuesto por la revolución de 2011, operaciones militares lanzadas por Arabia Saudita y sus aliados, y, los ataques terroristas en varias zonas del país cometidos por algunas células que son leales al grupo ISIS.
“Fui secuestrado, y el secuestro refleja el valor del periodista”
Todos los periodistas con los que hablé, contaron que tuvieron que enfrentar riesgos físicos (ataques de objetivos, redes de armas, emboscadas, misiles, trampas y secuestros), y riesgos generales como la falta de chalecos antibalas, de seguridad personal, el pago de dinero a cambio de seguridad personal y apego al ejército.
Lo que viven puede ser drástico: «Fui secuestrado», explicó un corresponsal, «y el secuestro refleja el valor del periodista y el hecho de que a algunas partes involucradas en el conflicto no les gusta su existencia, por lo que tratan de callarles o infundir miedo a detenerlo. Por lo tanto, siempre hay un conflicto entre la parte poderosa, y un periodista».
“Por la sensación de patriotismo, muchos corresponsales son subjetivos o practican la autocensura”.
Algunos de mis entrevistados contaron que, debido a que la autoridad militar controla la zona de la que informaron, su cobertura se vio afectada. Un corresponsal de una tienda local dijo: «Me enfrenté a mucha presión por parte de los rebeldes Houthi, fui arrestado y me prohibieron estar en un territorio que está bajo su control. Con respecto a las otras partes, no he enfrentado ninguna presión, tal vez porque yo las apoyo.
La protección de los corresponsales no está garantizada. Un ex corresponsal retirado, dijo: «No hay protección, ninguna garantía, sino un intento de una aventura calculada, es decir, obtener las mayores garantías, pero el peligro espera a cada paso. «
En las guerras, las reglas éticas no existen
Las diferentes partes involucradas en el conflicto en Yemen están tratando de influir en los corresponsales para atraerlos a su favor. La situación geopolítica en la que se encuentra un periodista puede tener una gran influencia sobre los riesgos que deben tomar para informar.
Las consecuencias psicológicas provocadas por estar en la guerra, pueden permanecer a largo plazo o incluso de por vida. Al mismo tiempo, los sentimientos patrióticos pueden significar que los corresponsales abandonan su subjetividad o practican la autocensura.
«Es muy difícil permanecer neutral. A veces no podía evitarlo y lloraba porque estaba psicológicamente afectado, y era muy difícil hablar de neutralidad en casos en los que informamos sobre el sufrimiento de la gente «, dijo el corresponsal. «El corresponsal no tiene la capacidad de transmitir la visión de ambos lados y los riesgos de hacerse partidista debido a los lugares en los que se encuentra».
Ser corresponsal en una zona de conflicto está lleno de limitaciones y presiones. Su interés en un trabajo creativo, la vida emocionante, los riesgos de encontrar la verdad y ganar prestigio profesional son solo algunas de las cosas que los motivan a continuar su trabajo. Sin embargo, ser corresponsal de guerra está lleno de riesgos y la posibilidad de que el periodista pierda su vida siempre existe. Por ello, un corresponsal de guerra debe estar mentalmente preparado para cualquier posibilidad, porque en los teatros de guerra, no se tienen en cuenta reglas éticas, incluso para personas neutrales como los periodistas.
Fuente: https://en.ejo.ch/specialist-journalism/how-to-be-a-unhappy-correspondent-in-happy-yemen
«The research for this article was conducted by interviewing eight correspondents representing nine different media institutions, the main criteria for selecting sources being their credibility and, implicitly, confidence in the ability of sources to provide accurate information. Five of of the interviewees were Yemenis, one Iraqi, one Egyptian and one is Libyan. All of them were reporting just in the Arabic language except the Iraqi correspondent who additionally reports in English for his publication. The majority were staff journalists».
Etiquetas conflicto, Corresponsal de guerra, Guerra, Libertad de expresión, Libertad de prensa, periodismo, Yemen