El insecticida de Europa para exterminar la plaga de Fake News

10 diciembre 2018 • Ética y libertad de expresión, Nuevos medios • by

El 70% de las noticias que se retuitean en la red son consideradas fake news -noticias falsas en español- según un estudio del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). El auge de estas noticias ataca al sistema de seguridad y al autocontrol de las diversas comunidades internacionales y supone una auténtica amenaza para las democracias de todo el mundo.

El MIT analizó un total de 126.000 noticias compartidas a través de Twitter, a partir del año de su aparición en 2006 y hasta el 2017. La investigación demostró que este tipo de noticias es propagado por usuarios de Internet más que por bots programados. “Si sólo fueran bots, necesitaríamos una solución tecnológica”, aseguraba Sinan Aral, profesor en el MIT.

La divulgación de datos en la gran esfera de la web 3.0 incapacita la verificación de toda la información compartida en Internet, adjudicando a las personas un papel más significativo en la extensión de este contenido. Asimismo, las redes sociales se han convertido en el principal campo para la publicación de noticias falsas, destacando plataformas digitales como Facebook y Twitter.

El sensacionalismo lleva a los internautas a creer que están leyendo los últimos hechos de la actualidad. Las noticias falsas se difunden más rápido y llegan a más personas que las verdaderas. Aral también resaltó que «la falsedad se desactiva significativamente más lejos, más rápido, más profundo y más ampliamente que la verdad, en todas las categorías de información, y en muchos casos en un orden de magnitud”.

Los usuarios residentes en la red son los principales difusores de este contenido y aun así, son también los que cuestionan este tipo de informaciones. La preocupación por la veracidad de la información online es cada vez más evidente. A un 79% de los usuarios mundiales les preocupan las fake news. En el caso español, la cifra se incrementa a un 84%, según explica la encuesta realizada por la Globascan que desarrolló la BBC.

 

Inquietud en los usuarios debido al efecto amenanzante

Su función principal es crear información manipulada e imprecisa que ha llegado a afectar incluso al panorama político. Uno de los ejemplos más significativos en el ámbito español es el episodio de injerencia rusa que tuvo lugar en la crisis de Cataluña.

Esto ha generado controversias en el marco europeo en relación a la manipulación de la opinión pública. El Centro Criptológico Nacional (CCN) – encargado de la investigación y defensa ante ciberataques dentro del estado español- declaraba en un informe sobre la supuesta participación de Moscú en el caso catalán:

Parece demostrada la presencia de activistas patrocinados por instituciones rusas en la expresión mediática del conflicto derivado de la situación creada en Cataluña durante 2017, como consecuencia del alejamiento de la legalidad constitucional vigente de ciertas instituciones autonómicas catalanas.

Los casos son cada vez más numerosos. Sólo en el mes de octubre de 2017, un equipo de especialistas de la Unión Europea recogió 10 ejemplos de noticias falsas respecto a la crisis en Cataluña. Entre tanto, circulaban por las redes imágenes de heridos durante el 1-O pero se demostró que algunas de esas fotografías no correspondían a la trifulca de los cuerpos antidisturbios con los independentistas.

Eran fotos antiguas, obtenidas y rescatadas de noticias muy anteriores. El director de El País, Antonio Caño, habló sobre el papel de las fake news en la crisis política de Cataluña considerándolas como «la degradación del clima político y del debate democrático«. Este acontecimiento se sostuvo como punto de inflexión en la intervención de diversos sectores de la sociedad con el fin de abolir esta desinformación que afecta tanto a los partidos políticos como a la opinión pública.

A este caso puede sumarse la desinformación en la campaña de Trump o en el Brexit inglés. Esto ha despertado una sed de lucha en contra de las noticias falsas para evitar que se extiendan por todos los países del mundo y convirtiéndose en el punto de mira de las instituciones de la Unión Europea.

 

La implicación del “soft power”

El soft power (poder blando en español o “la capacidad de influencia de un país o una cultura más allá de su potencia demográfica, económica o militar” según Fundéu BBVA) es el ámbito que más está contribuyendo a producir alternativas que puedan controlar la difusión de las fake news. Existen páginas webs que detectan este tipo de informaciones como «Maldito Bulo», «El Tragabulos», canales de «Vost Spain», «Fake news detector», «facterbot», «Oficina de seguridad del Internauta», etc.

Entre los proyectos que pretenden denunciar este tipo de prácticas se puede destacar la plataforma de Verificado 2018, que acaba de anunciar su última alianza con Facebook. La red que supera los 2.000 millones de usuarios activos afirma que “si determina que un artículo es falso, Facebook degradará su relevancia en el feed de Noticias y reducirá significativamente su distribución”.

Las fake news se han convertido en una plaga que debe ser exterminada por diversos actores políticos, sociales y mediáticos. Desde el soft power se está maniobrando para disolver el contenido que amenaza la web. No obstante, la alianza de diversas plataformas que pretenden abolir este tipo de informaciones no es suficiente para controlar su divulgación.

El hard power (poder de primera línea) ha tenido la oportunidad de solventar esta problemática para generar un control de las informaciones que se difunden. Más concretamente, la UE ha tenido la capacidad de avanzar a la misma velocidad de las tecnologías digitales y esta vez, se ha quedado un paso por detrás. La Comisión Europea ha renunciado a legislar contra las noticias falsas ya que su prioridad se traduce en preservar la libertad de expresión y el pluralismo.

Mariya Gabriel, la comisaria responsable de la Economía Digital, aclaró que “no queremos crear un ministerio de la Verdad o de la Censura». La desinformación se convierte en un riesgo para nuestros valores democráticos y tendría que encuadrarse en toda agenda política. El futuro de la veracidad de las informaciones es responsabilidad de las comunidades europeas. Sin embargo, es el soft power quien está actuando de manera eficaz para convertirse en el insecticida de esta plaga de fake news.

 

Autoría: Sara Tadeo Zerpa y Anielka Marrero Donate

Edición: Romina Morales

Imagen de portada: Rawpixel

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