“Nuestra voz importa” – Cómo los periodistas luchan por la verdad en Pakistán

27 mayo 2019 • Ética y libertad de expresión, Política mediática • by

Pakistán es conocido por ser uno de los países más peligrosos del mundo para los periodistas. Reporteros Sin Fronteras (RSF) mantiene que “los medios pakistaníes son considerados los más brillantes de Asia, pero están dirigidos por los grupos extremistas, la organización Islámica y el miedo de las agencias de inteligencia”.

Según RSF, aunque el número de periodistas asesinados ha decrecido durante los últimos años, todavía ocurren cada año ataques mortales contra periodistas, quedando a menudo impunes. Sólo en 2018, tres periodistas han sido asesinados. Los reporteros, habitualmente, son capturados en enfrentamientos entre diferentes grupos, además de no contar con precauciones de seguridad, o estar en una condición económica precaria.

La libertad de prensa tampoco es habitual, como demuestran los acontecimientos recientes. A principios de noviembre, la unidad anti-terror de la policía pakistaní asaltó vestida de incógnito el Club de Prensa Karachi. Registraron las instalaciones, sin mostrar sus credenciales.  Como afirma el periódico pakistaní de habla inglesa Dawn, las autoridades afirmaron después que los atacantes no sabían que se encontraban en las instalaciones del Club de Prensa Karachi. El Club de Prensa publicó una declaración en la que insistía en que “condena enérgicamente la afirmación de que la (…) redada fue resultado de un “malentendido”.

La Comisión de los Derechos Humanos de Pakistán percibió este suceso como una insinuación que ha supuesto “poca, si es que alguna, mejora en el estado de la libertad de prensa desde que el nuevo gobierno asumió el poder”, como afirma la comisión en su página web. Tan sólo unos días después, el periodista experimentado Nasarulah Chaudry era arrestado en su casa e interrogado frente a un tribunal terrorista. Fue acusado de poseer “literatura prohibida”. Varias ONG, sin embargo, asumieron que el arresto podría haber sido utilizado para justificar el asalto en el Club de Prensa.

En una entrevista con el European Journalism Observatory, el periodista pakistaní Saddam Tufail Hasmi explica qué lleva a los reporteros a trabajar y vivir difícilmente en Pakistán, y por qué él y sus compañeros deciden alzar la voz a pesar de los riesgos. Su lema: “A algunas personas les gustan las tareas fáciles. A mí me gustan los riesgos duros. Si quiero trabajar con sinceridad en mi profesión, tengo que hacerlo así”.

Saddam Tufail Hashmi cuenta con la experiencia de 18 años como reportero, presentador y analista de noticias para diversos medios de comunicación pakistaníes. Actualmente, es presentador y columnista para la Express News TV, así como analista para la emisora nacional PTV. Además, enseña periodismo en universidades privadas y es miembro de varias asociaciones y clubes que apoyan los intereses de periodistas o artistas, como el Club de Prensa Karachi del que él es miembro, la Unión Federal de Periodistas en Pakistán y el Colegio de Artistas de Pakistán. Hashmi también comunica a las audiencias internacionales la situación de los periodistas en su país. La AUSACE galardonó este compromiso con el premio Matt J.Duffy a la Excelencia en Periodismo en la veintitresava conferencia anual en octubre de 2018.

 

EJO: En tus conferencias y artículos señalas las dificultades y peligros a los que los periodistas se enfrentan en Pakistán. Has sido herido haciendo tu trabajo. ¿Qué os motiva a tus compañeros y a ti a trabajar como periodistas a pesar de los riesgos conectados con la profesión?

STH: En Pakistán, quienes participan en los medios lo hacen por pasión. Pasión primero, profesión después. Nosotros los periodistas siempre pensamos abiertamente y más allá de los límites. Trabajamos para la mejora de la sociedad, pero a veces nos enfrentamos a problemas como la pérdida de la realidad. Espero que lenta y gradualmente los problemas sean resueltos. Todavía estamos animados, no desmoralizados. Queremos hacer cosas buenas con nuestro trabajo.

Estoy en contra de cualquier tipo de terrorismo, cualquier tipo de racismo, y cualquier tipo de crimen. Nuestra profesión consiste en comunicar y si podemos facilitar comunicación entre diferentes comunidades, es bueno para la humanidad. Intento extender estos valores en mi trabajo.

 

En general, ¿cuáles son los retos a los que te enfrentas en tu trabajo diario como periodista?

Hay organizaciones terroristas prohibidas, grupos criminales, grupos terroristas, narcotraficantes y mafias que hacen difícil nuestro trabajo. Además, existe un conflicto entre Pakistán e India, que continúa afectándonos a día de hoy. De manera similar nos afecta la lucha entre Rusia y Afganistán. Pakistán ha aceptado a refugiados afganos que tienen una mentalidad diferente. Aunque muchos de ellos son personas buenas, la apertura de fronteras también supone un incremento en el contrabando de munición – especialmente de AK47 – y drogas. Esto todavía sigue causando problemas y fortaleciendo el terrorismo.

 

Estos días, el caso de Asia Bibi predomina en muchos de los reportajes sobre Pakistán en los medios europeos…

Debemos respetar las leyes y los tribunales en todo lugar del mundo. En el caso de Asia Bibi, exijo justicia. El gobierno no aceptará ser presionado por ningún grupo.

 

Además, todavía hay noticias de ataques terroristas, como por ejemplo durante las elecciones del Primer Ministro, en julio de 2018, cuando 30 personas fueron asesinadas en una oficina electoral. ¿Cómo intervienen los periodistas en Pakistán para cubrir asuntos delicados como el terrorismo o conflictos religiosos, y por qué los periodistas se convierten en dianas en ellos?

Los periodistas tenemos que exponernos; por eso estamos en peligro. Creo que Pakistán es uno de los países más peligrosos para los cronistas. Por ello muchos de mis compañeros se convierten en mártires en su trabajo: cámaras, reporteros, otros periodistas. Trabajamos juntos. Y sí ves que una persona que conoces muere en un ataque con bomba, o ataque terrorista, la presión crece. Somos humanos con corazón y sentimos el daño. En nuestra situación, la presión viene de todo lugar. Muchos grupos están en nuestra contra. Personalmente, condeno el ataque contra el Club de Prensa Karachi y ruego la liberación inmediata de la periodista Nasarullah Chaudhry.

 

¿Has sido amenazado por tu trabajo?

Sí, varias veces. En el pasado, hubiese cubierto muchos temas críticos, por ejemplo, hubiese revelado y expuesto la corrupción policial en mis reportajes.

Otro ejemplo: Después de venir a Estados Unidos, cubrí la cuestión Gilgit-Baltistán. Pakistán está a día de hoy prácticamente libre de terroristas talibanes. Pero en Gilgit-Baltistán, existe una zona llamada Challas y en ésta, un distrito llamado Diamer. Se sabe que algunos terroristas talibanes están probablemente escondidos en un bosque allí. Revelé en mi columna que, en el área, 15 colegialas habían sido asesinadas. ¿Sabes qué ocurrió tras publicar esta columna? Alguien – No sé quién – emprendió una campaña contra mí en las redes sociales.

El problema de la campaña no es que yo esté en contra del terrorismo, en su lugar, me culpaban de destruir el turismo en Gilgit-Baltistán, al sugerir que los talibanes podrían estar en la zona. Usaban un lenguaje muy ofensivo contra mí. También me amenazaron a través de llamadas telefónicas, mensajes y otros medios, diciendo que iban a matarme. Así mismo, llamaron a mi oficina y otras personas.

 

¿Cómo os protegéis tú y tus compañeros?

Algunos usan seudónimos, pero son la minoría. A decir verdad, ¿por qué necesito ocultar mi nombre? Para empezar, si tengo miedo, ¿por qué estoy en esta profesión?

También hay entrenamiento de seguridad y he participado en un HEAT (Conocimiento de entornos hostiles, nota del editor), pero, a fin de cuentas, el entrenamiento es sólo entrenamiento. Si tú o tu familia estáis caminando por la calle y alguien te dispara desde un coche o bicicleta, ¿cómo puedes protegerte? Yo no tengo ningún guardia de seguridad o pistola.

He sido amenazado y herido también. Mi cabeza ha sido herida cinco veces. Un músculo de mi brazo está dañado. Un buen periodista se enfrenta a mucha presión y problemas, sus vidas están siempre en juego. Algunos deciden abandonar el país por estos peligros. Yo volveré, pero es una situación peligrosa para mí.

 

También críticas a los dirigentes de los medios que no prestan la suficiente atención a la seguridad de sus empleados.

No se preocupan por nosotros. Quieren noticias de última hora lo más rápido posible. Hubo una ocasión, en la que no se me permitió regresar a la sala de redacción para recibir un chaleco antibalas antes de que tuviera que cubrir un tiroteo –porque no debía de ser más lento que nuestros competidores.

Pero para obtener un buen trabajo, también deberían de preocuparse por nuestras vidas y respectar las normas éticas. Sin embargo, los inmerecidos directores de nivel intermedio, que disfrutan de salarios elevados y buenas instalaciones, no están interesados en la seguridad de los periodistas. Pero nosotros somos los únicos que estábamos en el lugar. Vimos todo, podemos escribir e informar. Somos la columna vertebral de cualquier canal de televisión o radio. Pero los dueños nos descuidan, descuidan nuestras vidas. Jugamos un papel importante en nuestra sociedad y merecemos mucho más.

 

¿Qué estatus social y económico tienen los periodistas en Pakistán?

Los salarios bajos son un gran inconveniente. Existe un problema de alfabetización en mi país, pero la mayoría de los periodistas están bien instruidos y pertenecen a familias con nivel cultural. En el mundo, cuando los periodistas cubren zonas de guerra los medios de comunicación normalmente les pagan bien. En mi país no: si cubrimos zonas de guerra o conflictos, nuestro sueldo es bajo.

Nuestras vidas salen caras, pero las cadenas de televisión y los periódicos no son buenos pagadores. Nuestras vidas están en juego las 24 horas al tener que exponernos, así que naturalmente, pensamos que deberían pagarnos más. No es porque no se lo puedan permitir. Los medios de comunicación pakistaníes ganan el dinero formalmente a través de la publicidad, pero también tienen mentalidad de empresarios y lo que tratan es de ahorrar dinero. Por eso termina tan poco en los bolsillos de los periodistas.

Otro problema es la carga de trabajo. Los periodistas en Pakistán tienen una gran cantidad de trabajo, y son muchos los casos de reporteros que mueren de infartos debido al estrés y exceso de responsabilidades. Y luego está el tema el tema de la política interna en las emisoras: la gente puede acceder a puestos directivos, a pesar de que no lo merezcan en función de sus capacidades, simplemente por cuestiones políticas.

 

¿Están, a veces, los periodistas manipulados por los grupos conflictivos?

Hay ovejas negras en todo lugar, pero en mi experiencia, los periodistas suelen ser gente honesta que trata de informar adecuadamente de lo que ven. La gente sabe que trabajamos muy duro. Por otro lado, es la razón por la que los periodistas gozan de respeto en la sociedad, pero también produce incomodidad en algunas personas porque puede que también informen sobre temas delicados. Si los periodistas abusan de su posición, generalmente son descubiertos públicamente perdiendo su reputación.

 

Cuando enseñas a gente joven que trata de convertirse en periodistas en Pakistán, ¿qué consejo les das para sus futuras actividades en el campo?

Cuando enseño a mis alumnos, considero que los libros recomendados no son aplicables a mi región. La mayoría de los libros sobre periodismo son de Estados Unidos y Reino Unido, y es importante recordar que cada territorio es diferente.

Si quieres preparar a tus alumnos para tu zona necesitas mostrarle qué está ocurriendo en el área y cómo lidiar con ello. Si quiero formarles debidamente, tengo que compartir mis experiencias personales, el “libro en mi mente”, por así decirlo.

Desafortunadamente, en Pakistán, la mayoría de los profesores de comunicación no cuentan con experiencia profesional como periodistas. Si el periodismo es un área creativa y práctica, ¿cómo pretendes instruir a los alumnos si no tienes experiencia profesional? No vivimos en un país en el que los comunicadores puedan trabajar libremente. Y por eso, la educación se debe adaptar al contexto.

 

¿Qué te llevó a convertirte en activista por los derechos de los periodistas, y qué beneficio esperas de difundir información sobre la situación en Pakistán a las audiencias internacionales?

Si escriben a nuestro favor en otros países, esto hace que todos sean más conscientes. Y si ellos [las fuerzas opresivas, nota del editor] censuran que nuestras bocas cuenten, se acabó. Entonces la situación nunca será buena.  Pero tenemos un as bajo la manga, tenemos nuestra voz y nuestra voz importa– si la usamos de forma apropiada.

Por último, los editores deben de cuidar de sus empleados, porque no son sus esclavos – al igual que los periodistas deben de ser responsables y cumplir con sus deberes. Este mensaje está dirigido a las empresas de comunicación, el gobierno y los organismos de inteligencia:  Los periodistas son gente inteligente, talentosa y trabajadora. Trabajan para la mejora de la sociedad y merecen respeto. Los periodistas pasamos poco tiempo con nuestras familias e hijos. Nos merecemos la debida seguridad, facilidades, salarios y respeto. Es nuestro derecho.

 

Datos técnicos

Texto original: “Our Voice Matters” – How Journalists Fight For The Truth In Pakistan

Traducción: Beatriz Cisneros

Edición: Romina Morales

Imagen de portada: Waseem Kahlool

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