El domingo 24 de mayo de 2020, el periódico norteamericano The New Yok Times lanzaba una portada histórica para homenajear a las víctimas mortales de la COVID-19. Cerca de mil nombres y apellidos de víctimas estadounidenses llenaron la primera página. Era una muestra cuidada y cuidadosa de una lista que entonces se estimaba en más de cien mil personas. Sus artífices fueron Simone Landon, editora asistente del departamento gráfico y artífice visual de la fórmula, y Alain Delaquérière, investigador del diario, que repasó obituarios y esquelas de periódicos de todo el país.
La portada logró el aplauso unánime de los medios españoles, que la reprodujeron en todos sus formatos. En España ya existía un precedente similar: la serie Vidas Rotas, de El País. Recogió dos semblanzas diarias de víctimas del 11-M en formato papel y todas ellas siguen disponibles en formato online. Se redactaron con el consentimiento de los familiares y aquellos que no dieron el permiso aparecen solamente con nombre y apellidos, sin datos biográficos.
Portada del New York Times del 24 de mayo de 2020 |
Estos dos respetuosos ejemplos de narrar la muerte nos conducen a pensar en las formas y formatos en que la defunción ha sido narrada y contabilizada en España, ahora que estamos en fase de desescalada. Podríamos hacerlo, sin duda, rememorando las 5 etapas de duelo de Elisabeth Kübler-Ross. La psiquiatra suiza-estadounidense ideó la teoría más conocida y empleada en todo el mundo por sanitarios especialistas en duelo y familiares de fallecidos. Su libro Sobre la muerte y los moribundos: Alivio del sufrimiento psicológico (1969) parece ahora una clasificación deontológica de cómo los medios españoles han narrado la muerte por coronavirus:
1. Negación. Se niega la realidad para amortiguar el dolor por la pérdida.
Los partidos de la oposición han acusado al Gobierno, en muchos momentos de la crisis, de cosificar los datos de fallecimientos. Día tras día, en Moncloa, los portavoces y ministros daban los datos oficiales de contagiados y fallecidos. Las críticas se centraban en la frialdad de los números y en que el carácter repetitivo y mecánico de la transmisión de estos datos generaba en la audiencia un ‘impermeable mental’ ante la tragedia.
Curva de afectados y fallecidos por coronavirus en España, a 3 de junio |
Las cabeceras españolas decidieron instituir un especial coronavirus en todas sus portadas digitales. Desde el comienzo de la crisis ofrecen en primera línea datos actualizados, curva actualizada, contagios (positivos por PCR), fallecimientos y recuperados. En distintos formatos infográficos reproducen los datos oficiales diarios. Cuando la crisis acabe será interesante investigar a partir de qué día de confinamiento o estado de alarma los números perdieron interés para la audiencia o se vaciaron de significado y tragedia.
2. Ira. Tras asumir la pérdida, llegan la ira, la rabia y las preguntas sin respuesta.
La etapa anterior dio paso a una fase reactiva, con fotos de ataúdes en dos formatos: reales o descontextualizados. A finales de marzo, se hicieron virales unos memes de WhatsApp con decenas de ataúdes en varias filas. Se presentaban como ‘las fotos que el Gobierno no quiere que veamos’ y ‘el Gobierno investiga quién filtró las fotos’, entre otros. Newtral verificó que los ataúdes no eran de 2020, sino que correspondían al naufragio en Lampedusa de 2013. Las fotos originales eran de EFE y medios españoles, como El País, las adquirieron para ilustrar los fallecimientos de inmigrantes en el Mediterráneo, en su huida hacia Europa.
El 2 de abril de 2020, la agencia EFE visitó el aparcamiento del tanatorio barcelonés de Collserola. Debido a la saturación del centro ante el altísimo número de fallecimientos, las tres plantas de su subterráneo se convirtieron en un nuevo depósito mortuorio. Por entonces, el Govern catalán estimaba que sus servicios funerarios se colapsarían en menos de un mes. Los textos, fotos y vídeos de la agencia EFE aparecieron en muchos medios españoles. Ana Blanco, presentadora del telediario 1 de TVE a las 15.00 horas, narraba la noticia, que era ilustrada con uno de los vídeos de EFE. Vox había publicado en Twitter otro vídeo del mismo lugar, argumentando que eran imágenes que el Gobierno quería ocultar. Desde Nueva Zelanda, el director de cine, Juan Antonio Bayona, remitía a Vox la imagen de Ana Blanco frente a los ataúdes de Collserola. Y esta fase no acabó ahí.
El 6 de abril de 2020, Vox publicó en su cuenta de Twitter una foto de la Gran Vía madrileña llena de ataúdes con la siguiente descripción: “Los españoles están haciendo muchas imágenes de manera espontánea. Esta retrata perfectamente el dolor de esta tragedia que el Gobierno y sus satélites mediáticos pretenden ocultar». El autor original, el fotógrafo Ignacio Pereira, pidió su retirada. La foto se había publicado y retocado sin su consentimiento. Pereira explicó además que esa foto era de un proyecto personal que le llevó a fotografiar las calles vacías de varias capitales del mundo y que la foto de la polémica había sido tomada un año antes. Vox retiró la foto, pero ésta siguió viralizándose, a favor y en contra del partido. Las voces a favor reseñaban que los medios españoles no mostraban la muerte y la invisibilizaban tras los datos.
3. Negociación. Queremos suavizar la realidad, disminuirla para que duela menos.
El domingo 22 de marzo de 2020, el Hospital IFEMA de Madrid comenzó a acoger a las primeras víctimas de coronavirus. Los pabellones 7 y 9 del recinto ferial se acondicionaron en apenas 29 horas, erigiéndose como un ejemplo mundial de gestión sanitaria. Todas las autoridades dejaron sus habituales críticas a un lado, mostrando unidad entre Gobierno, Comunidad de Madrid y Alcaldía madrileña.
Soldados del ejército español montan las instalaciones del hospital de IFEMA |
El hospital de campaña llegó a albergar a 1300 enfermos al mismo tiempo, atendidos por mil sanitarios. Los soldados de la UME (Unidad Militar de Emergencias) se encargaron del acondicionamiento, logística, desinfección y seguridad. El Hospital de IFEMA dio la vuelta al mundo y todos los días era protagonista en telediarios nacionales, con testimonios amables en primera persona, de sus trabajadores y pacientes. Aunque al principio algunas crónicas se centraron en la falta de organización, pronto, el ‘arca de Noé madrileño’, como fue bautizado, testimoniaba el lado amable de la crisis. Solo se hablaba de éxitos, de pacientes curados que abandonaban el hospital por su propio pie y volvían a sus hogares agradeciendo el trato recibido. El 1 de abril, la OMS felicitó al hospital a través de su Director ejecutivo del Grupo Orgánico de Brotes Epidémicos y Emergencias Sanitarias, Bruce Aylward.
4. Depresión. Tras reconocer la realidad irreversible, caemos en la tristeza o en la desolación, en distintos grados.
Las altas hospitalarias constituyeron el lado amable, el soplo de esperanza. En paralelo, el lunes 30 de marzo, el Ministerio de Sanidad prohibió la celebración de velatorios en todo tipo de instalaciones. Solo contemplaban una comitiva de tres personas, en el enterramiento o cremación. En medio de esta prohibición, las cámaras se colaron. Resulta incongruente y deontológicamente necesario preguntarse por qué un fallecimiento ha de ilustrarse con el llanto de sus familiares ante un féretro.
Los medios españoles se cuidaban de sacar a los familiares de las víctimas de espaldas, de lado, quitándose las lágrimas de los ojos mientras las mascarillas les tapaban el resto de la cara. ¿Pero les preguntaron, en todos los casos, si querían aparecer así? ¿Por qué una cámara ha de acompañarles en un momento tan íntimo? Aunque los familiares dolientes no puedan denunciar al medio, porque la persona no es reconocible o identificable, ¿por qué no se pidió empatía a los medios y se denunciaron estas crónicas en las puertas de los tanatorios?
5. Aceptación. Aprendemos a vivir con ello, hay que seguir adelante.
La imposibilidad de despedir al fallecido, en el hospital o en el tanatorio, llevó a muchos medios a pedir opinión de psicólogos sobre cómo afrontar el duelo. Las apariciones de especialistas fueron numerosas en los medios de comunicación españoles. Casi todas se centraron en la recomendación de escribir una carta o grabar un vídeo para la persona fallecida; y compartir las emociones con alguien de confianza, en lugar de guardarlas.
En este sentido, algunos medios fueron más allá de la entrevista al experto y habilitaron plataformas en las que los familiares de víctimas pudieran rendir homenaje a su fallecido. RTVE abrió el Memorial del coronavirus. En su muro, los familiares pueden dedicar las palabras que tenían pendientes o guardadas. Para escribir la despedida, la web pide nombre de a quién se quiere despedir, lugar de origen, edad, y texto de despedida. El Español habilitó la web ‘In Memoriam’, que recibe y publica fotos y textos de los fallecidos. Y otros medios que no han habilitado espacios propios sí se han hecho eco de distintas propuestas de memoriales en redes sociales, como el hashtag #despedidaspendientes, promovido por Alife.
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