Juan Bordera nació en Alcoy en 1984. Estudió guion y cine y trabajado de guionista, actor y redactor, habiendo colaborado en proyectos documentales, series, teatro y televisión. Empezó 2004 comenzó con su activismo por oposición a la guerra de Irak y dos años después participa en la Cooperativa Integral Catalana junto a Enric Duran. Colabora con un gran elenco de publicaciones críticas como CTXT, El Salto, Diagonal, Público, eldiario.es o 15/15\15.org. Es especialista en movimientos sociales y Tª del decrecimiento (defiende la reducción de la producción para evitar los peores efectos de la crisis climática). Participa en acciones en Rebelión contra la Extinción, movimiento social que usa la desobediencia civil no-violenta para denunciar la emergencia climática. Fue uno de los portavoces de la última acción de la Rebelión científica, el pasado 6 de abril, en la que científicos y activistas echaron pintura roja en la fachada del Congreso para señalar la inacción de los gobiernos frente a esta situación. Publicó junto con Antonio Turiel, El otoño de la civilización, en el que desgranan datos demoledores de los últimos informes del IPCC y dejan de manifiesto la preocupante situación a la que se enfrenta la humanidad.
Pregunta. – ¿Primero, el Periodismo o el activismo? ¿Cuándo confluyeron en tu caso?
Respuesta. – Estudié guion de cine y televisión. No soy periodista titulado, pero conozco bien los entresijos del mundillo periodístico, porque conozco a muchos periodistas que me cuentan cosas como activista que no le contarían probablemente ni a su familia. Los medios de comunicación no pasan por su mejor momento. Empecé a participar en denuncia en 2006 a través de la Cooperativa Integral Catalana, de Enric Duran, donde se empezó a hablar de decrecimiento en España. En 2011 fui uno de los convocantes de la acampada del 15M, en Valencia. Y de ahí surgió la oportunidad de publicar en Diagonal. Escribía sobre la estrategia en el mundo del activismo. Luego, seguí publicando en digitales y un día sumé a CTXT y al Huffington Post o eldiario.es, e incluso medios internacionales como Monthly Review.
P.-En agosto de 2021, publicaste una exclusiva, de gran impacto…
R.-A través de Rebelión Científica, nos llegó la filtración sobre el contenido del informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). El del 9 de agosto, era el primero en 2021 de los tres restantes hasta el primer trimestre del 2022. En los últimos 6 años los expertos denunciaban que no existen las soluciones a medias, pero en este destacan la inacción y encrucijada de la Humanidad porque los Gobiernos han ignorado a los científicos. Montamos un equipo para analizar esos contenidos. Y el resultado fue un artículo en el que colaboró Antonio Turiel, Fernando Prieto y un par de científicas (que no quisieron firmar por miedo a las represalias profesionales). Vio la luz en CTXT, y ese gran impacto se debió, en parte, porque faltaban dos días para la versión oficial y la gente llevaba 6 años esperando el informe del panel de expertos. Medios internacionales, también reaccionaron. The Guardian, Der Spiegel, la cadena NBC, la Universidad de Yale, medios de China e India… de hasta 35 países, que sepamos, se hicieron eco. Y de forma paradójica, en España paso prácticamente inadvertido. Muchos días después publicaron algo en La Vanguardia o en El Periódico, los primeros en reflejarlo. Y RTVE, la primera cadena en sacarlo en la web, pero no se atrevió en los informativos. Ellos sabrán por qué. La única cadena de televisión que lo dio fue La Sexta. Este hecho pone de relieve lo difícil de algunos temas para los medios de comunicación masivos. Actúan a modo de barrera y los medios de masas nos pretenden comunicar, sino impedir la comunicación. Abogo por un periodismo activista, comprometido desde el principio.
P. – ¿Por qué elegir la desobediencia civil no-violenta como hace Rebelión Científica?
R. – Es importante mandar mensajes muy directos de la gente que está más legitimada para promover acciones de desobediencia. Son los que mejor entienden la gravedad del problema. Históricamente ha sido así, como nos mostró el movimiento sufragista, el Apartheid o movimientos como el de los Panteras Negras. Personas que entienden esos problemas e incluso los sufren, los que muestran un camino, dando el primer paso. Los científicos y científicas han alzado la voz para alertar a la ciudadanía: nos estamos jugando la supervivencia, literalmente, de la civilización.
P.- Pareces muy crítico con lo que enseñan algunas escuelas enseñan sobre que el periodista debe ser “neutral”…
R.- Es un timo. En las facultades de Periodismo se enseña es que hay que ser objetivos, pero se traduce en seguir la línea del dueño del periódico. Todos dependemos de una línea editorial previa, de no cabrear mucho al jefe. El propietario, en la mayor parte de los medios de ni siquiera es periodista. Suelen ser economistas con otros intereses financieros y de dependencia en las fuentes de financiación. Los posibles beneficios para esas empresas informativas vienen de la mano de anuncios, subvenciones y Gobiernos, con la publicidad institucional, por ejemplo. Hay muy pocos periodistas y periódicos, como por ejemplo CTXT, El Salto, La Marea, que aspiran a financiarse por las cuotas de los suscriptores, con lo que les garantiza una independencia.
P.- Recientemente publicaste un artículo sobre Elena González Egea y Mike Lynch-White, científicos de la Rebelión Científica. ¿No sentiste cierto conflicto de intereses?
R.- Sí, un poco. Pero al mismo tiempo legitimado para hacerlo, ya conozco bien lo bueno y lo malo de estos movimientos. Es verdad que puede parecer un poco parcial que hable de estos temas. Nadie más lo hace así. Por eso al menos tiene valor añadido, porque es un nicho de mercado, por usar estos términos capitalistas, que nadie está cubriendo. Pocos profesionales se han atrevido a contar el artículo de CTXT. Busco voces que me acompañen como Antonio Turiel, Ferran Puig Vilar o Fernando Valladares, precisamente para legitimarnos. Para dejar claro que una gran parte de la comunidad científica se siente representada por estas personas. Nos advierten de que puede que el punto de no retorno no sea más allá de los próximos cinco años. Y el cambio climático se convierta en irreversible y el tema energético volverse irresoluble. Ya no habría posibilidad de una transición a fuentes renovables porque en ellas, los materiales se extraen con combustibles fósiles, se construyen los aerogeneradores y las placas solares, se tienen que usar combustibles fósiles en el proceso de ensamblaje de fabricación de mantenimiento…
P.- Por tanto, los próximos tres o cuatro años son determinantes para el futuro de la Humanidad. ¿Qué crees que puedes hacer?
R.- Muy buena pregunta, que no tengo respuesta. Mis planes son intentar animar a que esto vaya cambiando. Publicar cada vez con más capacidad de llegar, no quedarme solo en la burbuja de las personas ya convencidas y luego activar mi lado más desobediente. Es verdad que con el susto de la acción del Congreso haya alcanzado mi top. No había hecho nada similar y mira qué he hecho cosas gordas… Estuve con Enric Duran huido en busca y captura, en Francia. Pero nunca una acción tan brutal en un sitio como en el Parlamento nacional. Ese es el camino. No hay otra alternativa que apostar por un mensaje muy rupturista. Hay que acometer muy bien los objetivos para que la gente se decante de nuestro lado, ese es el reto en el creo que más. Es clave ganarte a la población a la que quieres convencer del cambio y es una tarea compleja.
Juan Bordera el 5 de abril, durante una conferencia de prensa sobre la Rebelión Científica en el círculo Bellas Artes.
Juan Bordera y otros activistas, sentados en las escaleras del Congreso de Madrid, durante la acción de desobedencia civil de de Rebelión contra la Extinción del 6 de abril.
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