David Díaz-Jogeix, activista de los derechos humanos
Es un activista convencido de derechos humanos y ha trabajado en los conflictos más importantes de este planeta en las últimas tres décadas. En la guerra de la antigua Yugoslavia, en el genocidio de Ruanda o Siria antes del último conflicto… En este tiempo ha contribuido a «reconstruir los trozos rotos» de sociedades azotadas por enfrentamientos étnicos, políticos, religiosos o económicos de diversa índole.
Estuvo participando en una conferencia sobre el termómetro de las libertades: La libertad de expresión y de prensa en España: Una mirada internacional, en la Facultad de Ciencias de la Información (UCM). Organizada por la Plataforma por la Libertad de Información (PLI), Díaz-Jogeix, advirtió el retroceso que las libertades públicas están sufriendo en nuestro país, en especial en los dos últimos lustros, con legislaciones restrictivas como la Ley orgánica de Protección de la seguridad ciudadana (conocida como Ley Mordaza), o las últimas reformas que se produjeron en el Código Penal.
La Plataforma está integrada por medios de comunicación, organizaciones de periodistas y de abogados, organizaciones sociales y universidades y se ha convertido desde 2014 en una referencia en la denuncia contra los ataques a la libertad de información en España.
Pregunta.- Durante su intervención (celebrada el pasado 14 de diciembre en CCINF) ha hablado de los límites a las críticas públicas. ¿Dónde está el límite –si es que lo hay– a la hora de criticar?
Respuesta.- A la hora de criticar no. Tú puedes criticar a quien quieras. A personajes públicos se les da más protección por el Código Penal cuándo debería ser al revés. Los funcionarios públicos, los políticos… tienen que tener un nivel mayor de tolerancia.
En el derecho internacional se limita la libertad de expresión si hay expresiones racistas, discriminatorias o de odio que puedan incitar a la violencia. Es decir, el listón está muy alto. Puedo decir algo misógino, hay que combatirlo, pero no tiene por qué criminalizarse. Debemos educar a la población sobre que la misoginia es algo negativo porque excluye a la mitad de la ciudadanía y eso no es democrático. Vale más educar que penalizar.
Las ofensas religiosas son permisibles, no recomendables, pero de ahí a que se conviertan en delito… Mis reservas se dan en a quién se debe llevar a prisión por lo que dice, aunque sean valores religiosos. Si afirmas que la bandera de España sirve bien para sonarse los mocos, como dijo un cómico en televisión, no tienes por qué acabar procesado.
Lo mismo ocurre con los “ongi etorri” (homenajes que hacen en localidades abertzales a los etarras que salen de prisión). Es desagradable y lógico que no guste a parte de las víctimas. Habría que convencer a esos promotores de homenajes de que no es la mejor manera de lidiar con la violencia. No hay que criminalizar a los que son criminales ya que automáticamente los vuelves en héroes y mártires.
En el genocidio de Ruanda, la radio pública, (única radio del país), llamaba a los tutsis ‘guarachas’ e invocaba a exterminarlos. Eso sí que tiene que ser prohibido. O discursos políticos en contextos muy polarizados, donde hay riesgos de desatar violencia contra minorías étnicas.
P.- ¿En qué medida la crítica –ya sean caricaturas, burlas, tweets– es útil para el buen funcionamiento de la democracia?
R.- Es esencial. Lo que más temen los poderosos –y esto ha pasado a lo largo de la historia– es que rían de ellos. La esencia de la sátira es provocar reacciones que no queremos oír porque no nos gustan, etc. Es esencial la protección del derecho de burla o sátira.
Algunos sindicatos de policía españoles se quejaban de que El jueves (semanario de humor español) les acusaba de haber tomado drogas durante la represión de la policía en Cataluña. Alegaban que eso atenta a su honor, cuando en realidad entra dentro de la libertad de creación. En un contexto satírico, es verdaderamente necesario para elevar los estándares de una sociedad democrática.
P.- ¿Qué reformas son necesarias en el Código Penal español para salvaguardar la libertad de expresión?
R.- Son varias. La limitación de la libertad de expresión tiene que ser por ley, por temas legítimos y en situaciones muy concretas y documentadas. Es un límite muy sensible dentro del Consejo de Europa. Hay que derogar las injurias a la familia real, los delitos contra la reputación de las instituciones del Estado –críticas al gobierno, Tribunal Supremo, Tribunal Constitucional, policía, ejército, ultraje a España…–, también modificar el delito de ofensas religiosas porque eso no tiene ‘ni ton ni son’, reformar el delito del discurso del odio porque está mal regulado y, se han dado casos donde la fiscalía termina por criminalizar a las minorías que deberían estar amparadas.
P.- ¿Cómo podemos influir como ciudadanos comprometidos en esos cambios?
R.-Debéis hacer peticiones, contactar con los representantes del pueblo… Los diputados no deberían estar arriba, sino abajo, y hace falta meterles presión para indicarles cuáles son los temas que podemos cambiar. En España y en Francia se contacta muy poco a los diputados. En cambio, en Inglaterra a los representantes se les escribe y exige. Podéis pedir en nombre de la Facultad de Ciencias de la Información que se reforme la ley mordaza, que se cambien los artículos… hace falta presionar. Y siempre queda el derecho al control social o las redes sociales donde puedes seguir a congresistas y senadores y hacerles preguntas a través de Internet, en foros públicos. Hay muchas herramientas para incidir, lo que hace falta es organizarse.
Hay que preguntarse: ¿Cómo es que todavía no se ha cambiado el Código Penal en España? ¿Cómo es que no se puede llamar al rey emérito corrupto pese a la investigación de la fiscalía?
Hace unos meses estuve en Soria y cuando vinieron los monarcas, la policía pidió la documentación a una persona por portar una bandera republicana. ¿Estamos locos o qué?El señor no comete ningún delito por lucir esa bandera republicana a dos pasos del Jefe de Estado. El caso de los titiriteros de hace unos años es otro ejemplo. Hicieron números artísticos con temas de etarras y fueron procesados por terrorismo. ¡Es alucinante!
P.- ¿Cómo deben protegerse los futuros periodistas de la tentación de los poderosos de reprimir la libertad de expresión?
R.-Hay que mirar cómo actúan los Estados (sobre todo las leyes), y cómo actúan los medios de comunicación…¿Quién los controla, quiénes son los propietarios? Y ver si hay opciones en una sociedad y un verdadero pluralismo. ¿Quién controla el medio en el que tú trabajas? Es importante conocerlo y luego ver si hay temas tabúes. En España se ha dado que un medio critica las prácticas de una empresa eléctrica para elevar el precio del KW/hora y, como consecuencia le han retirado la publicidad, tratando de perjudicarle.
Es muy importante que los estudiantes seáis conscientes del contexto en él que vais a trabajar y, mirar hacia fuera, no al propio medio. Hablar de lo que está pasando en la calle, cuáles son las historias de la gente y por qué aparecen. Hay temas que han costado mucho hacer públicos, como la represión franquista, las fosas comunes… Por qué no hay un plan estatal para la gente que quiere sacar a sus muertos. (A pesar de los pasos dados desde la aprobación en España de la Ley de la Memoria Histórica en el año 2007, todavía, 12 años después, no hay datos de organismos públicos sobre el número total de fosas comunes. Según los datos de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, hasta el momento han podido ser documentadas en España 3.000 fosas comunes gracias al trabajo de sus voluntarios).
Otras visiones negativas que hay instaladas en la sociedad española son sobre Marruecos y el País Vasco. Nos falta un análisis de la riqueza que tiene nuestro vecino del Sur, muy importante, lo mismo que Argelia. Más allá del estereotipo, no tenemos mayor conocimiento.
Hay que tener el coraje de profundizar en esas vidas, aunque vayas a tener problemas. En eso consiste el Periodismo. Las redes sociales no usan ni análisis ni el contexto. Eso lleva demasiados recursos. Para encontrar a las personas y sus historias de vida, hace falta indagar. Hay que contar aquello de lo que muchos no quieren hablar y salir a la calle a difundirlo.
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