La Inteligencia Artificial (IA) como parte de la llamada Revolución Industrial 4.0 es parte de nuestro presente. Es un hecho, y más allá del miedo y valoraciones que pueda generar, la relación entre el ser humano y las computadoras ha cambiado, y sin duda la relación de las personas y la generación del conocimiento también lo hará.
Johan Hessen en 1925 definía al conocimiento como una determinación del sujeto por el objeto, que vendría a ser una construcción realizada en base a la observación y la reflexión. En base a ello, corrientes como el constructivismo cuestionan que la construcción del significado de las cosas por parte del sujeto esté exenta de condiciones externas sociales que lo determinen como verdadero o falso, descartando este como un acto individual de creación, sino que lo condicionan factores como la historia, la cultura, la lengua y, sobre todo, los medios que operan como ilustraciones centrales de la socialización en las sociedades modernas. Entonces, ¿la IA puede convertirse en una de las fuentes principales para la generación del conocimiento a futuro?
Vamos por partes. Primero entendamos que la IA se refiere al desarrollo de algoritmos y sistemas que pueden realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el aprendizaje, la toma de decisiones y la resolución de problemas producto de la recopilación de una gran cantidad de datos. Es así que cuando le preguntamos algo a la IA, los algoritmos funcionan como elementos que filtran las respuestas correctas en base a la probabilidad de acierto y desarrolla una respuesta que es considerada afirmativa y lógica por el pensar popular, si ese que condiciona el conocimiento.
Pero esto va un poco más allá. Chat GPT, una de las aplicaciones de IA más utilizadas en los últimos meses, aclara que posee datos hasta el año 2021 para realizar sus respuestas, entonces, ¿qué pasaría con los datos que se van acumulando después? Para ello se ha desarrollado una serie de algoritmos que se los ha denominado como machine learning o aprendizaje automático que se refiere al proceso de constante de entrenamiento de las respuestas que puede darte la IA en base a los datos que vas sumando a través del uso del internet. Si, cada clic que das es un dato más de una decisión tuya, bajo un razonamiento humano que suma a un cúmulo de datos que mejora cada vez más el comportamiento que puede tener la IA en un tiempo real por lo tanto, esto va en constante mejora.
Entonces, si la objetividad del conocimiento se ve condicionado por la rapidez de las respuestas que puede generarte la IA ¿cómo sabemos si el conocimiento es verdadero o falso? La primera respuesta que se nos puede venir a la mente es el conocimiento científico.
Una definición del conocimiento científico la podemos encontrar en el libro La estructura de las revoluciones científicas del filósofo de la ciencia Thomas Kuhn publicada en 1962 que la define como «un conjunto de teorías y modelos que se han desarrollado a través de la observación y la experimentación rigurosa, y que han sido validados por la comunidad científica» aclarando además que el conocimiento científico no es una descripción objetiva de la realidad, sino más bien una construcción social y cultural que está en constante evolución y cambio, algo ya descrito anteriormente. La observación, entendida como la reflexión subjetiva del sujeto sobre el objeto y la validación de una comunidad científica como elemento social externo de acreditación del conocimiento generado, están presentes en la definición antes hecha, pero el elemento de experimentación ha sido el que ha dado a lo largo de la historia, al conocimiento el rótulo de “científico”.
Pero este conjunto de experimentos humanos de prueba-error, al cual se le otorga en muchos casos mayor valor por la cuantía de la muestra del experimento (mientras más pruebas se haga, mayor la veracidad de la teoría), se ve sobrepasada por la capacidad de la IA de procesar grandes cantidades de datos en un tiempo considerablemente menor, que incluso de ser falso, el desmentir dicha teoría por parte de los humanos, nos llevaría mucho más tiempo.
En mi opinión, las ventajas que nos otorga la IA son inevitablemente considerables para todas las áreas donde interviene el ser humano, una de ellas las ciencias sociales y puntualmente la generación del conocimiento que se verá afectada tal y como la conocemos. Nos enfrentamos a procesos más rápidos, con mayor probabilidad de acierto en base a muestras más grandes, pero ninguna de ellas está exenta de los sesgos que como humanos tenemos sobre nuestra realidad, y ese es nuestro desafío mayor.
El miedo a esta tecnología y su mal uso en manos malintencionadas siempre estará presente como lo ha estado en nuestra existencia como humanos, pero creo que el experimentar, reflexionar y sobre todo el conocer cómo funciona esta revolución 5.0, es decir, enfrentarnos a ese miedo, es un acto tan necesario como vital para cada uno de nosotros hoy en día.
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