La libertad de prensa, víctima principal de la crisis en Burundi

Léon Masengo, editor en jefe de Radio Bonesha FM, posa en su estudio el 15 de mayo de 2015 después de que fuera incendiado y saqueado por las fuerzas de seguridad, dos días antes, tras un intento de golpe de Estado. | Fuente: Jennifer Huxta/AFP

3 marzo 2022 • Ética y libertad de expresión, Reciente • by

Las elecciones generales y presidenciales de mayo de 2020, seguidas poco después por la muerte del presidente Pierre Nkurunziza, situaron a Burundi en el foco de los medios internacionales. El país atraviesa uno de los períodos más oscuros de su historia desde la crisis de 2015.

El presidente de Burundi, Pierre Nkurunziza. Fuente: Wikipedia

La situación de la libertad de prensa en Burundi se ha deteriorado considerablemente en un clima de tensión y represión. Golpeado por el poder estatal y su aparato de seguridad, el espacio mediático ha sido diezmado y las voces independientes que quedan evolucionan en un contexto difícil caracterizado por las cortapisas a las condiciones para el ejercicio de la profesión periodística y por el temor permanente que sienten los medios independientes de sufrir represalias que quedarán impunes.

Lo que está en juego en el campo de los medios de comunicación de Burundi desde una perspectiva histórica

Con el final del proceso de los Acuerdos de Arusha en 2000, la esperanza suscitada por el fin de la guerra y el comienzo de la reconciliación llevó a los burundeses a esperar también una liberalización de la prensa. Pero desde las elecciones de 2005 y la toma de posesión de Pierre Nkurunziza (del Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia-Fuerzas para la Defensa de la Democracia (CNDD-FDD)), las relaciones entre el Estado y los medios de comunicación se han caracterizado por estar sometidas a una fuerte tensión.

En la década de 2000, las estaciones de radio privadas ejercieron un cierto contrapoder frente al papel de apisonadora del Estado al permitir la expresión de voces de la oposición y la sociedad civil y denunciando casos de malversación de fondos, corrupción y violaciones de derechos humanos.

Sin embargo, al igual que en regímenes anteriores, los periodistas burundeses pronto se encontraron con enormes dificultades para informar sobre temas ultrasensibles como la rebelión, cuestiones de seguridad y el mantenimiento del orden público.

La desconfianza se ha visto exacerbada por el creciente número de casos de amenazas, intimidación y encarcelamiento de periodistas, y la promulgación de la muy controvertida ley de prensa de 2013. El Consejo Nacional de Comunicación (CNC), que supuestamente ejercería el papel de regulador del sector, está siendo instrumentalizado por las autoridades políticas y está lejos de ser un organismo verdaderamente independiente. Es visto por los medios como un ente pagado por el poder político y no como el verdadero árbitro de la libertad de prensa y el pluralismo informativo.

El apagón mediático

Provocado por la decisión del presidente Pierre Nkurunziza de cumplir un tercer mandato, lo que iría en contra de la Constitución del país, la crisis de 2015 creó una situación de virtual vacío mediático en Burundi. La cobertura de las protestas por parte de los medios privados contra el tercer mandato, tensó rápidamente las relaciones con las autoridades políticas: se suspendieron las emisiones de ciertas estaciones de radio y se lanzaron amenazas contra los periodistas.

El intento de golpe de Estado del 13 de mayo de 2015 fue un punto de inflexión importante. Acusados de haber difundido los mensajes golpistas y de tener una actitud pro-golpista, las estaciones privadas de radio y televisión fueron asaltadas por fuerzas leales que destruyeron los equipos de radiodifusión y trabajo en las salas de redacción y quemaron las instalaciones de varios medios de comunicación.

Léon Masengo, editor en jefe de Radio Bonesha FM, posa en su estudio el 15 de mayo de 2015 después de que fuera incendiado y saqueado por las fuerzas de seguridad, dos días antes, tras un intento de golpe de Estado. Jennifer Huxta/AFP

Léon Masengo, editor en jefe de Radio Bonesha FM, posa en su estudio el 15 de mayo de 2015 después de que fuera incendiado y saqueado por las fuerzas de seguridad. Fuente: Jennifer Huxta/AFP

El intento de golpe de Estado sirvió de pretexto a Pierre Nkurunziza para cerrar una arena política y un espacio mediático ya frágiles. La prensa independiente, que estaba considerada como comprometida con la oposición, se ha convertido en el enemigo del régimen.

Para un cierto número de representantes de la prensa, el exilio ha sido el único medio para poder salvar la vida. Decenas de periodistas independientes han huido de la feroz represión desatada contra ellos y el país y se han establecido en países vecinos y por todo el mundo.

El apagón mediático aplicado a las emisoras de radio independientes ha dejado el campo libre a los medios de comunicación del Estado con la transmisión unidireccional de la Radio-Televisión Nacional de Burundi (RTNB), que es la caja de resonancia tradicional del Estado de Burundi. Incluso los periodistas internacionales, que generalmente gozan de cierta inmunidad, han sido intimidados y presionados por el aparato de seguridad.

En medio de toda esta convulsión causada por la crisis, hay que subrayar el notable papel desempeñado por el periódico independiente IWACU. El periódico continuó su trabajo en un contexto tan peligroso que ha llevado a su director al exilio y al encarcelamiento, en 2019, de cuatro de sus periodistas por «complicidad» con los rebeldes que operan en la frontera con la República Democrática del Congo.

También se hizo notar la plataforma online SOS Médias Burundi, impulsada en las redes sociales por un colectivo nacido con la crisis y que opera en la clandestinidad. La crisis de 2015 ha engendrado un clima de terror y una grave desconfianza entre el Estado y lo que queda de los medios de comunicación independientes.

El apagón pandémico

La irrupción de la pandemia de Covid-19 tuvo lugar en vísperas de las elecciones de mayo de 2020. Para poder permitir unas elecciones sin restricciones, el gobierno de Burundi adoptó una estrategia de negación del coronavirus invocando la «protección divina» sobre Burundi.

La expulsión del representante de la Organización Mundial de la Salud y de tres expertos de su departamento, es una de las señales más convincentes del bloqueo informativo sobre el Covid-19. A pesar de la negativa oficial, las autoridades burundesas han impuesto una cuarentena a los viajeros de nacionalidad burundesa y extranjera.

La falta de medidas enérgicas de prevención y de distancia social en el país y la subestimación de la amplitud de la enfermedad, han sido fuertemente criticadas. Los eventos sociales y las reuniones electorales continuaron con medidas mínimas o inexistentes. Algunos médicos burundeses y la sociedad civil se han comprometido a alertar a los medios de comunicación y al público sobre el empeoramiento de la situación sanitaria y la falta de exámenes de detección.

Oficina del Primer Ministro en Twitter

Decreto RCCB 393 de 12 de junio de 2020

La Corte Constitucional ha decidido que:

  • Se encuentra vacante el puesto de Presidente de la República de Burundi.
  • No es necesaria un Presidencia interina
  • Debe procederse a la mayor brevedad posible a la toma de juramento del Presidente elegido Sr. Evariste Ndayishimiye

https://bit.ly/34tGG9j

En este contexto, el anuncio de la muerte del presidente Nkurunziza se ha convertido en un asunto informativo de primera importancia. Según un comunicado del Gobierno, la muerte «inesperada» del jefe del Estado de Burundi, ocurrida en el hospital Karuzi el 8 de junio de 2020, está vinculada a un «paro cardíaco«.

Sin embargo, los medios internacionales han trasladado sus sospechas de que la verdadera causa de la muerte es el Covid-19 y que el presidente Nkurunziza ha sido el primer líder en ejercicio en sucumbir al coronavirus. Lo menos que podemos decir es que un borrón informativo acompaña la acción del gobierno sobre la pandemia y sus consecuencias.

¿Y a partir de ahora qué?

Desde las elecciones de mayo de 2020, los actores de la comunidad internacional se encaminan hacia una normalización en las relaciones con el nuevo presidente electo Évariste Ndayishimiye y esperan algún gesto de apertura por su parte. Las representaciones diplomáticas occidentales en Burundi, por el momento, parecen mantener un perfil bajo y se atienen a algunas declaraciones de principios.

¿Será sostenible la normalización diplomática sin la normalización del espacio mediático? Será difícil hablar de una salida a la crisis sin una apertura real del espacio público burundés. Sólo una prensa libre e independiente podría garantizar la publicidad necesaria de los debates y las cuestiones públicas.

 

Título original: La liberté de la presse, grande victime de la crise au Burundi (8 julio 2020)

Autor original: Web The Conversation

Autor de la traducción: Javier Urzainqui 

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