La fotoperiodista de guerra cuenta cómo es hacer su trabajo
Maysun (Zaragoza, 1980), quien fue nominada en 2013 al premio Pulitzer por la Agencia EPA (European Pressphoto Agency), es una fotoperiodista de guerra que ha trabajado en periódicos y revistas de la relevancia de Time, The New York Times, El País o Wall Street Journal.
Su carrera empezó en el 2004, pero realmente comenzó a viajar y a cubrir zonas de conflicto en el 2006, cuando fue por primera vez a Palestina, Jordania y Egipto. Allí pasó dos meses y allí fue la primera vez que alguien le apuntó a la cabeza con un arma: “Sentí que vivir o no no estaba en mis manos”. Vivió un bombardeo del ejército israelí, que abrió sus ojos a la realidad de la guerra: “Yo pensaba que las bombas eran como en las películas y no, son mucho más horribles”. Esa experiencia la empujó definitivamente al periodismo de guerra. Sólo tres años más tarde ganaría su primer premio ‘Fotoactive Awards by Insipiraction NGO and Vice Magazine’. En el año 2018 llegó a un total de 32 nominaciones y galardones.
Su trabajo la ha llevado a situaciones extremas en Ucrania, Gaza o Siria y confiesa los problemas que ha sufrido a la vuelta: “Me deprimí, tuve problemas de insomnio, de aislarme, de no querer salir de la cama”. “Te sientes rara, ¿cómo le cuento a la gente que está comentando un partido de fútbol que he estado viendo niños morir?”, pregunta de forma retórica.
Asegura que muchos de sus compañeros eligen un modo de vida auto-destructivo cuando vuelven a casa, por la imposibilidad de sobrellevar sus emociones, pero que ella prefiere la naturaleza y la pintura: “Después de ver tanto horror tu cerebro necesita hacer cosas que incluyan la belleza”.
Su trabajo conlleva correr grandes riesgos, donde, si no haces las cosas de forma correcta, puedes acabar muriendo. Recuerda que ella y sus compañeros se metieron, en Ucrania del Este, en un sitio donde no debían, los bombardearon y salieron de milagro. Otros compañeros suyos hicieron lo mismo unos días después y no tuvieron la misma suerte. Maysun asume todos estos riesgos: “Si te van a disparar ni te va a dar tiempo a verlo, si el miedo te bloquea y no puedes hacer tu trabajo, es mejor que te vayas. Y si no tienes miedo a nada, también, porque te disparan por insensato. El miedo tiene que estar en medio, ser una herramienta de supervivencia”.
“Fotografié a un niño morir. Marcó un antes y un después”
Siria significa mucho para Maysun por todo lo que vivió allí. Se le quiebra la voz al recordar sus vivencias en ese país: “Prácticamente al llegar, fotografié a un niño al que vi morir, marcó un antes y un después en mi vida”. Admite el esfuerzo que le supuso seguir haciendo su trabajo después de todo el horror que vio: “Después del trabajo, te supera la situación, pero nunca he dejado de hacer fotos, con las mejillas repletas de lágrimas he hecho mi trabajo”.
En Siria, en 2009, también fue la primera vez que se encontró en apuros diplomáticos; las autoridades sirias la detuvieron pensando que era una espía y la enviaron a un calabozo del aeropuerto. Llamó a emergencia consular y la respuesta que recibió la tiene aún incrédula: “Me dijo, `¿para esto me despierta?, llame en horario de oficina’. Pasé toda la noche en el calabozo”. Para su desgracia, no fue la única vez que se vio en una situación parecida, puesto que intentó pedir ayuda a la embajada española en Jerusalén mientras se encontraba en medio de un bombardeo en Gaza y le respondieron que mandase un correo en horario de oficina.
“Perder un compañero es como perder a un hermano”
Cuando se le pregunta cómo se lleva la muerte de un compañero, resopla nerviosa y confiesa que nunca le han hecho antes esta pregunta: “Como si perdieras a un hermano. Los compañeros se vuelven amigos, los recuerdas siempre”.
“Por ser mujeres tenemos el peligro de ser violadas”
Maysun expuso en el año 2019 su proyecto ‘Invisible. La cárcel de mujeres de Hamas´ en el DocuFest de Madrid. Ella quiere exponer lo que viven las mujeres en lugares como esos. “Por ser mujeres, tenemos el peligro de no sólo ser maltratadas y asesinadas, sino también de ser violadas. Es más frecuente de lo que se cree”, sentencia la fotoperiodista.
Para ella, en la guerra se ve la esencia del ser humano, lo mejor y lo peor. “Estaba en la plaza Tahrir, en El Cairo, Egipto, dónde se estaban llevando a cabo violaciones en masa y tuve que salir corriendo para no ser una víctima más. Tuve mucha suerte, a muchas de mis compañeras las pillaron y casi las matan”. Todos estos horrores y situaciones son los que narra en el documental de Hernán Zin, ’Morir para contar´, de Netflix, emitido en más de 120 países.
“Nos acercamos a líneas que no deberíamos volver a cruzar”
Maysun, ganadora, junto con un equipo de periodistas y Revista 5W, del premio `Desalambre´ el año pasado de Eldiario.es, por el proyecto multimedia “Tierra sin ellas”, se muestra preocupada por la situación política y social en España. El ascenso de la extrema derecha en el país le da mucho miedo: “la gente ve la dictadura y la guerra muy lejana, pero no lo está”. Recuerda cuando Donetsk, en Ucrania del Este, le parecía Madrid; barrios residenciales y gente de clase media sumida en una guerra como no se había visto en Europa en décadas. “No estamos acercando peligrosamente a líneas que no deberíamos volver a cruzar”.
Maysun se despide con su voz excepcionalmente suave y amable. Afirma que se siente muy afortunada por tener un sitio privilegiado desde el que observar y vivir la historia.
Nota: Todas las imagines han sido cedidas por su autora, la fotoperiodista Maysun.
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