Juan José Toro Montoya: “Si yo me callo, ganan los poderosos”

Juan José Toro en las jornadas de 'Periodismo amenazado'

23 marzo 2021 • Reciente • by

Juan José Toro Montoya, nacido en Potosí (Bolivia), ha dedicado prácticamente toda su vida a alzar la voz frente a las injusticias y grupos de poder que ponen en peligro a la sociedad boliviana. Tramas de corrupción, grupos de crimen organizado y mafias mineras: son algunos de los entramados destapados, gracias a su compromiso con la verdad y el bien común. Han tratado de obstaculizar en numerosas ocasiones su labor. Toro Montoya ha sido víctima de amenazas y agresiones físicas por parte de aquellos cuyo poder se ve amenazado. Esto no ha sido suficiente para darse por vencido.

Entre sus hitos profesionales están la identificación del asesino del Che Guevara y desvelar una red de mafias y empresas que explotan ilegalmente el Cerro Rico de Potosí. Allí los mineros trabajan sin medidas de seguridad y arriesgan diariamente sus vidas. Gracias a su labor, Juan José facilitó el cambio de ciertas prácticas, aunque el riesgo de colapso de la montaña es inminente y traerá consigo devastadores efectos medioambientales y económicos.

Ha trabajado en numerosos medios y agencias de comunicación nacionales e internacionales. Es fundador de El Potosí que desde hace más de 20 años brinda información a su ciudad natal.  Dice tener contacto con la profesión desde que tiene memoria, ya que su  padre era periodista deportivo, en una radio y un periódico. Eran los tiempos de la linotipia. Toro Montoya tiene metido el olor del plomo fundido y de la tinta en sus recuerdos . En 2018 ganó el certamen de “Letras e Imágenes de Nuevos Tiempos” de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia.

Pregunta.- ¿Cree que el Periodismo está valorado en Bolivia?

Respuesta.- No, porque el poder se encarga de desprestigiarlo. En Bolivia -especialmente gracias a la narrativa del expresidente Evo Morales durante 14 años- la gente piensa que los periodistas somos mentirosos y que la prensa es de “la derecha”. Ya conoces la receta de Goebbels: “miente, miente y miente que algo quedará y eso ocurrió.

P.- En el Cerro Rico de Potosí se vive una situación dramática, ya que la explotación de minas se ha llevado la vida de mineros e incluso menores. ¿Cómo empieza usted a investigar al sector?

R.- Era un secreto a voces que todos conocíamos. El Cerro Rico es una enorme montaña cónica que puedes ver desde cualquier zona de Potosí; está omnipresente. Se puede ver a simple vista cómo bajan las volquetas cargadas de mineral. Aunque delante de nuestros ojos estaban desmantelando la montaña nadie decía nada. Hasta el momento en el que salí de Bolivia, era una voz solitaria: “en este cerro hay hundimientos periódicamente ya que la forma del pico ha cambiado, antes era más puntiaguda y ahora es más llana”. Me puse a averiguar qué estaba pasando, fue ahí donde me encontré que había una mafia que se encarga de explotar ilegalmente óxidos de plata en la cúspide del cerro.

P.- ¿Qué pasará con la montaña del Cerro Rico si no se detienen las explotaciones?

R.- Se va a hundir, eso yo ya lo advertí. El riesgo del hundimiento es inminente. El Cerro está prácticamente hueco -es como un queso Gruyere- y si no se detiene esa explotación desmedida, si no se introducen medidas técnicas para que el trabajo continúe pero se eviten los hundimientos, entonces el Cerro se va a hundir abajo y será una catástrofe. Hay relevos 24 horas y pagarán con sus vidas miles de personas. También se perderá la atracción turística, que es la montaña. Es como si París se quedara sin su Torre Eiffel. Y además del desastre medioambiental. La cima está a 3.800 metros sobre el nivel del mar. Los vientos de la sierra son vientos fríos y constante y la montaña hace de muralla natural. El ecosistema de la ciudad sufrirá tal impacto que no sé si segura siendo habitable.

P.- Durante la investigación, ¿quiénes quisieron silenciarle?

R.- La mafia minera…yo le digo la mafia porque no podemos generalizar diciendo que son todos cooperativistas. Son mineros que en el año 1985, cuando el Estado deja de explotar directamente el Cerro -porque era el Estado el que le explotaba, a través de la Corporación Minera de Bolivia– se ceden las concesiones a empresas privadas que tenían el rótulo de cooperativas. Se llaman ellas así mismas así, pero en realidad son empresarios privados. Durante la investigación llegué a la conclusión de que son pocos; los dedos de mis manos sobran para contarlos. Son socios de algunas cooperativas -las más antiguas y poderosas- los que obtienen grandes beneficios mientras que la mayoría de sus peones (obreros, mineros…etc.) ganan muy poco trabajando en pésimas condiciones.

P.- Al sufrir agresiones físicas, amenazas… ¿cómo pudo seguir adelante?

R.- Si nos callamos, ellos ganan: es rendirse y entregarse. He estado más de 30 años denunciando para que llegado un momento me rinda. En el momento en el queme calle, ellos habrán ganado. No podemos rendirnos, debemos seguir luchando. Se lo debemos a la gente buena.

P.- ¿Por qué el Gobierno no protege a los informadores, sabiendo el peligro que corren?

R.- Cuando eres víctima de un delito, lo lógico es ir a la policía, denunciar y pasa a ser investigado por el Ministerio público. A mí eso me produjo la segunda paliza, la primera fue el 31 de diciembre de 2018; por parte de dos desconocidos. Presenté una denuncia y no le hicieron mucho caso. En Bolivia los fiscales no investigan, es la propia víctima la que tiene que entregar todo la información y las pruebas para que estos simplemente pongan la firma.

Investigué. Dos personas fueron identificadas: a una la detuvieron e e incluso la condenaron. En la última agresión, eran unas 40 personas las que me golpearon -porque el grupo que nos obstaculizó era un grupo de más de 1.000 personas- de las que logro identificar a cinco, con nombres y apellidos. La fiscalía aunque recibió la filiación de esas personas, sólo imputa a una y por delitos cuya pena es menor a 3 años de prisión. No promovieron ni la detención preventiva. Si hay un ministerio público de ineptos, no estoy siendo protegido. En Bolivia la defensa del pueblo está en manos del Gobierno, por tanto, defiende al Gobierno y no a la gente. El Ministerio público no te representa, la policía no te protege, el ejército no hace nada… no sabes a quién dirigirte.

P.- ¿Sostiene que el Gobierno es cómplice, de  alguna manera,  de las mafias y crimen organizado?

R.- Detrás de las mafias hay intereses económicos y esos son los que mueven el mundo. En el Cerro Rico de Potosí los patronos siempre han negociado con el poder, y les da igual la ideología. Cuando gobernaban “los liberales”, tramaron con ellos. Eligiendo a senadores y diputados favorables. Durante la etapa de Evo Morales obviamente negociaron con él, y el ministro de minería les permitió hacer sus prácticas. Tras la renuncia Morales, entra un gobierno de derechas, de Janine Añez. Ella se llegó a postular a la presidencia -aunque luego renunció- con una agrupación que se llamaba “Juntos” y donde el presidente de la Federación de Cooperativas Mineras -involucrado en la mafia- reconoció en una entrevista que ellos apoyaban esa candidatura. Ahora que ha vuelto “El Más” de Luis Arce, los “cooperativistas” están de buenas con el nuevo gobierno tratando de que su gente se infliltre.

P.- Es uno de los fundadores del periódico El Potosí, ¿por qué considera necesaria una cobertura regional?

R.- Tiene que haber información a pie de calle. Potosí es una ciudad que en los tiempos del imperio español, era la Nueva York de la época. El periodismo siempre ha formado parte de la ciudad desde su fundación. A principios del S.XX contaba hasta con siete publicaciones, viviendo un verdadero auge de la información escrito hasta quedarse sin ningún medio, debido a crisis económica. En 2001 nosotros logramos sacar El Potosí y que sigue con el compromiso con los lectores de manera ininterrumpida, a pesar del Gobierno de Morales que nos pretendió asfixiar. Es un privilegio del que poca gente puede presumir.

«Hay un nivel de manipulación muy alto»

P.- ¿Tan molesto resulta para los poderes?

R.- Cuando estuvo el dictador Hugo Banzer – inauguramos el medio- , ya nos tildaban de opositores, decían que éramos izquierdistas y marxistas. Llegó Evo Morales al poder y ahora nos acusa exactamente de lo mismo, resulta que para él y para El Más, somos de derecha, y por tanto opositores. El poder siempre nos trata de descalificar.

P.- ¿Qué recomendaciones daría a los profesionales que aspiran a alzarse contra las injusticias?

R.- Para los que van a comenzar, lo primero claro es que los periodistas somos los enemigos del poder y no se puede negociar con el poder, que no entiende de ideologías. Da igual si el presidente de un país es de izquierda o derecha siempre resultamos incómodos. Otro consejo: no hay que mezclar facturación con redacción. En el periódico, por ejemplo, de pronto viene la alcaldía y te ponen contratos muy fuertes de publicidad con el objetivo de que dejes de informar o atacar. No puedes entrar en su juego. Durante 20 años, en El Potosí, lo hemos estado haciendo, no hemos mezclado la facturación con la redacción, por lo que el nivel de credibilidad del periódico es muy, muy alto. Puede que la credibilidad no te dé de comer, pero sí te permite hacer tu trabajo dignamente.

P.- Similitudes y diferencias que encuentra entre los medios de España y Bolivia…

R.- Los medios estatales en España tienen cierta independencia en el tratamiento de la información, en Bolivia no. En Bolivia los medios estatales se han multiplicado y cuentan con periodistas que publican únicamente lo que hace bien. Hemos llegado al extremo en el que, en la televisión estatal, Bolivia TV, durante conferencias de prensa, con preguntas incómodas cortan la transmisión. Hay un nivel de manipulación muy alto. Durante la etapa de Morales se compraron muchos medios privados, ahora denominados paraestatales. Se presentan como si fueran un periodismo independiente pero en realidad no lo son. Obviamente los medios deben tener su línea editorial pero cuando hacen un papel prácticamente partidista, entonces están dejando de hacer periodismo y se convierten en militantes.

Fotografía: Jesús de Miguel

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