El 28 de abril, miles de personas salieron a la calle para protestar contra una nueva reforma tributaria que impuso el presidente colombiano, Iván Duque. Como respuesta, el presidente lanzó a la fuerza militar para frenar a los manifestantes con orden de disparar a los ciudadanos e impuso un toque de queda para el país.
¿Qué pretende realmente esta ley tributaria llamada “Ley de Solidaridad Sostenible”? La reforma proyectaba, inicialmente, subir los impuestos para recaudar más ingresos para el Estado; se calcula que en torno a 6.850 millones de dólares. Entre otras medidas, contemplaba subir el Impuesto al Valor Agregado (IVA), principalmente sobre los productos de primera necesidad, los servicios públicos y los servicios funerarios. Añadía también un impuesto a los sectores ricos, ampliaba la base de contribuyentes y prometía una renta básica que nunca llega.
En 2020, el PIB (Producto Interior Bruto) de Colombia cayó un 7%. Fue la mayor caída de su historia. El paro superó el 16% y la pobreza monetaria alcanzó el 42,5%. Ante estos datos, lo más alarmante no es solamente la propuesta de reforma, sino la respuesta del Gobierno ante los manifestantes. En pocos días, ya hay más de 21 fallecidos, 4 mujeres han denunciado haber sido violadas por parte de antidisturbios y más de 940 personas han sido heridas de gravedad.
Los manifestantes se movilizan en contra de la reforma tributaria que se viene discutiendo en el congreso. Y exigen una renta básica para la gente de los barrios que han sufrido con mayor fuerza las consecuencias de la pandemia de la COVID-19.
Sobre las clases sociales en Colombia
En Colombia existe una distinción social muy clara. Así como en países europeos existen distintas clases sociales bastante diferenciadas, en Colombia la distinción es entre clase alta y clase baja “muy pobre”.
Es un país con mucho contraste donde, en la misma calle, podemos encontrar la vivienda de un famoso, de cualquier rico o de un millonario de la ciudad y justo en frente, las chabolas. Hay gran descontrol monetario respecto a los habitantes y este es realmente un gran problema.
Por eso, las clases más bajas se están viendo doblemente afectadas por la crisis de la COVID-19: en términos sanitarios, pero también humanitarios. Las personas ricas apenas han notado cambio, pero ¿qué pasa con la otra parte del país que apenas tenía para vivir? Viven una situación económicamente extrema, unida ahora a unos días de violencia y agotamiento, social y económico. No pueden soportar esta subida de impuestos y menos de los productos de primera necesidad.
Iván Duque cede y retira la reforma
El presidente del país afirmó que retirar la reforma tributaria acarrearía más daños en la economía. Aun así, cedió a la presión ciudadana. El 2 de mayo retiró su polémico proyecto. Tras derogar la reforma, encontramos ahora a ciudadanos colombianos que protestan en las calles de la ciudad, contra toda la violencia recibida.
Miles y miles de imágenes están dando vuelta al planeta. Los 5 días de protesta dejaron, al menos, 19 muertos y más de 800 heridos. Es una situación de descontrol y abusos masivos de las fuerzas policiales ante manifestantes que ejercían su derecho de libertad de expresión.
Las fuerzas policiales han excedido los límites y transformado las manifestaciones en violencia pura. Los disturbios, al mismo tiempo, se han transformado en un grito generalizado contra la pobreza, con eco en todo el mundo.
Sobre la libertad y la autocensura
La libertad de los manifestantes ha sido arrasada, pero el sector de la prensa también se ha visto afectado directamente por el gobierno. Los medios se han visto censurados y sin potestad para hablar. En este contexto, las redes sociales han sido la mayor fuente de difusión para que el tema recorriera el mundo entero escapando de la censura.
Por otro lado, los medios afines al Gobierno no han tratado la reforma en profundidad ni han visibilizado las protestas como correspondía. Ahí, de nuevo, la sociedad ha recurrido a las redes sociales para mostrar el problema ciudadano en primera persona, desde sus teléfonos móviles. Un simple tuit o una foto o un vídeo en Instagram han llegado, en segundos, a otras partes del mundo porque la sociedad colombiana no quería que la censura les parase.
Apoyo, solidaridad y redes sociales
Las redes sociales, en estos últimos años, ejercen un buen trabajo cuando hablamos de revueltas silenciadas. Y en estos días tan difíciles en Colombia, han ejercido una labor fundamental en ese sentido.
Varios youtubers, artistas y celebridades enviaron mensajes de fortaleza al país. Personalidades del mundo como J Balvin, Maluma, Shakira o Karol G han hecho un llamado al gobierno colombiano, para que detenga la situación de violencia que se está viviendo en todo el país. Incluso, los famosos han alzado un grito común para pedir ayuda a las instituciones internacionales y solicitarles cierto control sobre lo que ocurría en Colombia.
Encontramos también perfiles de cantantes colombianos, que han ejercido una gran labor aprovechando la voz global que ya tenían. No han parado de compartir publicaciones e historias en Instagram. Cuentan cada detalle de lo que pasa e intentan viralizar y difundir todo lo que está pasando. Perfiles como los de Camilo y Sebastián Yatra estos días han sido importantísimos para la difusión de información.
Otro de los perfiles más activos es el de “La Liendra”. El colombiano de 21 años salió a las calles de Medellín desde el primer día de manifestaciones. El influencer ha utilizado sus redes sociales para compartir la dimensión de las jornadas y los buenos actos que han tenido los colombianos. Invirtió parte de su tiempo para publicar un mini vídeo explicativo sobre la Reforma tributaria.
Gracias a estas personas públicas, el mundo ha tenido más información sobre lo que se vive en estos días en Colombia sin censura. Han conseguido viralizar las manifestaciones, los problemas derivados de la acción militar y su apoyo al país.
No obstante, todavía se viven días intensos y desgarradores en Colombia. Pese a haber conseguido retirar la ley que quería implantar el gobierno, las protestas han acabado de la peor de las maneras. Los ciudadanos se han visto sin voz para opinar y para trasladar al mundo lo que ocurría. Pese a los grandes avances que hemos vivido en materia de derechos fundamentales, todavía nos queda un largo camino por delante. No nos podemos conformar ni dejar de luchar por la libertad de los medios.
Fotografía: Paola Mafla/AFP vía Getty Images
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