Hace unos días, el periodismo se estremeció con la noticia que mostró cómo un ataque israelí destruyó la Torre Jala en la Franja de Gaza. Un edificio que albergaba las oficinas de las agencias de Associated Press y de Al-Jazeera se vino abajo en unos segundos. Ante este “acontecimiento increíblemente inquietante”, como dijo el jefe de AP, Gary Pruitt, Israel se justificó alegando que en él había militantes de Hamás, la organización islamista radical que controla la Franja. Estados Unidos advirtió de las consecuencias de atacar a los medios de comunicación y Joel Simon, director ejecutivo del Committee to Protect Journalists, aseguró que “Israel apunta deliberadamente contra instalaciones de medios para interrumpir la cobertura del sufrimiento humano en Gaza”.
Mientras la escalada de violencia siguió aumentando entre el ejército israelí y las milicias palestinas, Reporteros Sin Fronteras contabilizó 15 periodistas palestinos heridos y 21 medios de comunicación destruidos en Gaza. Debido al cierre fronterizo, los periodistas locales fueron clave, pues eran los únicos capaces de mostrar el conflicto. En el momento del cierre de este artículo, tras 11 días de enfrentamiento, el Gabinete de Seguridad de Israel aceptó la propuesta de Egipto para una tregua permanente desde el viernes 21 de mayo. Sin embargo, este conflicto bélico nos deja también un conflicto para el periodismo digno de análisis.
Los periodistas locales en el punto de mira
Aunque el ataque a la Torre Jala lo perpetró el ejército israelí, los periodistas palestinos también tienen que hacer frente a las milicias y facciones de Cisjordania y Gaza. Sobre todo, en la Franja, donde desde la ascensión al poder del partido islámico, Hamás, al que muchos gobiernos consideran terrorista, la escalada de tensión va en aumento. De hecho, según informa Reporteros Sin Fronteras, se dañaron las oficinas de siete medios, se agredió a cuatro profesionales de la información, y los propios palestinos secuestraron a seis periodistas extranjeros en la Franja de Gaza.
Pese a que todas las facciones, tanto israelíes como palestinas, digan que respetan los medios de comunicación y a sus profesionales, lo cierto es que los hechos no dicen lo mismo. Los periodistas considerados ‘hostiles’ por pertenecer a un medio de comunicación determinado o por ser sospechosos de integrarse en ellos acabarán bajo la mirada atenta de las autoridades israelíes y palestinas.
Los continuos cierres en la frontera con Israel han impedido la entrada a reporteros extranjeros a la Franja de Gaza, por lo que los periodistas palestinos son los únicos que, durante esos momentos de cierre, son capaces de informar. Es por ello que en el periodo de conflicto, la función de estos periodistas locales cobró más fuerza y relevancia en uno de los territorios al que muchos profesionales de la información llaman “la mayor cárcel a cielo abierto”.
Periodistas sin protección
“Las bombas no distinguen a los periodistas”, declaró Sami Aisa, editor jefe del diario Al-Quds ante las cámaras de RTVE tras la destrucción de un edificio que albergaba 14 medios de comunicación. Los periodistas de la Franja aseguran “no tener protección”. Mientras que el secretario general de la Federación Internacional de Periodistas, Anthony Bellan, pidió a la comunidad internacional que no haga “la vista gorda ante la violación sistemática de los derechos humanos y los ataques deliberados contra medios y periodistas”. La federación reclama así ante el Consejo de Seguridad de la ONU el fin de los ataques sistemáticos contra los periodistas de la Franja.
Tras las sucesivas destrucciones de los edificios que albergan medios de comunicación en Gaza, los periodistas exigen mayor protección. El secretario general de la FIP (Federación Internacional de Periodistas), Anthony Bellanger, acusó directamente a Israel de estar “incumpliendo sus obligaciones internacionales” al vulnerar la Resolución 1738 del Consejo de Seguridad de la ONU que “exige específicamente a los Estados que protejan a los/as periodistas y a los/as trabajadores/as de los medios de comunicación”.
Para salvaguardar la seguridad de los periodistas Reporteros sin Fronteras lanzó una aplicación móvil, Chaleco Digital, que “alerta a periodistas de que se adentran en una zona de riesgo, que lanza un SOS cuando les acecha un peligro real o que les permite compartir el itinerario de un viaje que entrañe la posibilidad de secuestro o ataque”.
Fatiga y desinformación
La posible incursión terrestre de Israel en la Franja hizo saltar todas las alarmas de los agentes internacionales y confundió a los periodistas de la zona. Cuando el ejército israelí envió un breve mensaje a los periodistas diciendo que ya estaban “en” Gaza, todos los medios se pusieron rápidamente a verificar estos datos. La respuesta fue afirmativa y la prensa internacional se asustó.
Sin embargo, la aclaración de uno de los portavoces, alegando que realmente “las tropas no están en Gaza” tranquilizó a la prensa internacional. Por el contrario, la prensa local no recibió dicha aclaración y evocó la teoría de que el ejército israelí podría estar “engañando” para movilizar a Hamás fuera de los grandes túneles que circulan por el subsuelo de la Franja, la principal ventaja estratégica de estas milicias.
Esta teoría del periódico The Jerusalem Post hizo preguntarse si Israel estaba utilizando a los periodistas para su propio beneficio. Mientras que la Asociación de Prensa Extranjera de Jerusalén se mantuvo “indignada”, el ejército israelí se justificó diciendo que fue un “error” y acusó de “conspiración” y “manipulación” las afirmaciones de la prensa local.
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