Nuevos hábitos de consumo de información en la era post COVID

Información. Fuente: Pixabay

15 marzo 2022 • Reciente • by

Hola, soy Sole y soy adicta a las redes sociales…

Así podría comenzar cualquier historia de cualquier habitante de este planeta, sea cual sea su estatus, su edad o su país de origen. 

El periodismo ya no es lo que era, es verdad. Las noticias tampoco son lo que eran. Y la gente, como no podía ser de otro modo, tampoco somos lo que solíamos ser.

En los primeros meses de restricciones de movilidad por COVID la disponibilidad de tiempo, de plataformas, de información y de ansiedad por conocer qué ocurría fuera de nuestros hogares fueron el caldo de cultivo perfecto para que el consumo de noticias se acelerase hasta coeficientes nunca antes vistos. La soledad y el encierro hicieron el resto.

Levantarse y mirar las redes sociales. Descubrir los últimos avances por parte de la ciencia. Esperar mejoras en las cifras de muertos que abrieran todos los telediarios a sabiendas de que no ocurría un día tras otro. También modificamos nuestra forma de relacionarnos con nuestros seres queridos desde la distancia social, desde la frialdad de un teléfono móvil, una tablet o un ordenador. Debatir con ellos sobre cómo veíamos nosotros la realidad, sobre cuándo augurábamos que nos sobrepondríamos. Negamos, nos enfadamos y frustramos, para finalmente aceptar esa nueva situación, que sigue siendo, tres años después, esta nueva situación. 

Con ella vino el despegue definitivo de la prensa en internet, pero también de los bulos y fake news. Porque ¿Era toda la información que circulaba veraz, contrastada y procedente de fuentes fiables?

Medios, desinformación y Skynet

Hablamos de información a niveles como nunca los habíamos visto y estamos hablando de algoritmos con unas pautas marcadas y definidas para atraparnos en su red como la araña atrapa a la mosca y darnos lo que queremos. Esos patrones son los que guían la forma en que nos informamos y la manera en que ellos nos alimentan con su información. Nos atan, nos enganchan en una espiral de silencio y nos llevan a cumplir uno por uno todos los preceptos de propaganda que dedujo Noam Chomsky

“Cuanto más discutimos con ellos, más saben de nosotros», explicó Martin Moore, director del Centro para el Estudio de los Medios, la Comunicación y el Poder del King ‘s College de Londres en una entrevista para The Guardian, publicada en España por el periódico  El diario.es. Y continúa “Todo revierte a un sistema circular. Lo que estamos viendo es una nueva era de la propaganda en red.

Pone los pelos de punta que tras más de una década desde que aparecieron las RRSS, aún está todo por hacer para empezar a legislar, controlar y orientar con justicia y corrección. No el algoritmo, que también, sino a las personas que hay detrás de ellos y que vemos cada día en internet. Aun así debemos sentirnos afortunados porque Europa, de momento, no está cediendo a las amenazas de Mark Zuckerberg de retirar Facebook de nuestro espacio por no poder transferir nuestros datos a su “zona de confort”. Esto es Europa, pero ¿Y en el resto del mundo?

¿Quién vigila al vigilante? 

Las predicciones de los algoritmos son tan exactas que nos deja consternados. Y es curioso que el ser humano que ha avanzado tanto en comunicación, en innovaciones, en investigaciones y en desarrollar inventos extraordinarios aún no se ha planteado que internet, anárquico y sin control es peligroso para las personas ¿Dónde está la protección? ¿A dónde van nuestros datos?

Decía Marta Peirano en una charla Ted-Ex en 2015 (mín.6’) que la mayor base de datos del mundo, veinte años atrás no la tenía la NSA, ni la Stasi. La tenía la cadena de supermercados americana Wal-Mart. Quienes, con su programa de tarjeta de puntos, tras seis meses gastándote muchísimo dinero, te regalaría un tupperware. Ridículo ¿no? Pero cierto, como la vida misma.

Cualquiera que haya visto Terminator estará pensando al leer este artículo en que cada vez que se informa a través de internet, aparece alguien como Skynet. Un pando desarrollado por humanos, virtual; que en la película se asemeja a una niña, pero con una mente que se retroalimenta de toda la información a la que tiene acceso, que es TODA. Maquiavélica. Les hemos abierto las puertas de par en par a nuestras vidas. A nuestros sentimientos, a nuestro pensamiento, a nuestras decisiones, a nuestra forma de leer, ver y escuchar las noticias. A las que más nos gustan, a las que nos hacen reaccionar, a la realidad que queremos ver y a con quién la queremos compartir. 

Sabiendo todo esto ¿Qué información crees que llega a tu terminal para hacerte tu cosmovisión, tu propia visión del mundo? ¿Una que te ponga de mal humor, que te haga reflexionar o una información clickbait, que haga que te apetezca compartir, darle a like, comentar con otros que piensan parecido a ti… y con todo eso poder seguir enganchado y ayudar al crecimiento de esta gran bola?

En ese punto se amasan sus predicciones sobre ti. Como dice Martin Moore, -esa es la siguiente etapa; saber qué vas a querer, qué vas a buscar, cómo vas a reaccionar antes de que tú mismo lo sepas.-

¿Adónde nos aboca esta situación? A todas luces nos encamina a que sean los gigantes de internet los que acaben por tomar nuestras decisiones y no podremos hacer nada, porque les habremos abierto un portón tan enorme que no se podrá cerrar. 

Sin embargo, aún no es tarde. La fuerza, la resistencia, la decisión, de momento, está en nuestras manos, en cada uno de nosotros. En ser nuestro propio pando.

El sistema se sofistica cada día, cada hora, cada minuto. Un sistema de códigos, señales e interpretaciones como no se había visto antes. Un agente PAS abstracto que se retroalimenta de nuestras opiniones, de nuestras costumbres, de nuestros miedos, como aquel Freddy Krugger en los ochenta se alimentaba de nuestros temores y dudas. 

Ahora la pregunta es ¿Vamos a hacer algo como sociedad? ¿O vamos a continuar actuando como individuos asustados y resignados?

Aprendamos a encajar noticias que no nos gustan. Veamos en la crítica una pista para encaminar nuestra mejora. Dudemos, discrepemos, pongamos en cuarentena nuestro propio pensamiento, porque, de no hacerlo, alguien lo hará por nosotros.

Y ya de paso, despertemos de la hipnosis y legislemos con generosidad. No por un resultado tras unas elecciones, sino porque debemos avanzar en la buena senda de la humanización. Debemos exigir a quienes están en la cúspide el bien común para la humanidad. Dejémonos de pensar que estas son las noticias reales y que no podemos hacer nada, dejémonos de huir de aquel guante con cuchillas mientras corremos despavoridos al ritmo de One, Two, Freddy ‘s Coming For You…

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