
Traducción realizada por Marina Goñi.
—No me gusta estar sentada, ¿y a ti?— Con esta broma introductoria, Katya Bonch-Osmolovskaya, jefa del departamento de datos de IStories, dio inicio a su conferencia como parte de los CIDE Talks. La pregunta original era si la ponente necesitaría una silla durante su presentación, pero esta frase resume a la perfección la actitud de los medios independientes en ruso: quedarse quieto es demasiado arriesgado y el silencio no es una opción. Pero, ¿cómo trabajan en el exilio los periodistas de investigación rusos?
Para muchos medios independientes, la decisión de “no quedarse quieto” significa no solo continuar con la actividad profesional, sino también protegerse de amenazas físicas o incluso de arresto. Después del 24 de febrero de 2022, la mayoría de las grandes redacciones independientes, incluida IStories, se vieron obligadas a abandonar Rusia. ¿Las razones? La amenaza de represión, ser clasificados como “agentes extranjeros” u “organizaciones indeseables” y el riesgo de enjuiciamiento penal.
¿Cómo trabajan hoy en día los periodistas en el exilio? ¿Y qué desafíos enfrentarán los periodistas de investigación en el futuro? Estas preguntas se discutieron con Katya Bonch-Osmolovskaya en Reforum Space Berlin, en el marco de un evento público con la comunidad de habla rusa.
Katya Bonch-Osmolovskaya es periodista y editora del departamento de datos de IStories. Investiga problemas sociales en Rusia utilizando datos. Desde el inicio de la guerra en Ucrania, su atención se ha centrado en una serie de investigaciones sobre el secuestro de niños ucranianos hacia Rusia. Dirige un canal de Telegram sobre investigación de datos y periodismo de investigación, KATY TIME. Es dos veces ganadora del Premio Redkollegia y ha recibido el Sigma Award por periodismo de datos.
TRES HERRAMIENTAS PRINCIPALES: ¿CÓMO RECOLECTAR DATOS EN EL EXTRANJERO?
La emigración ha cambiado significativamente la forma de trabajar de los periodistas de investigación rusos. Sin acceso físico a la información en su propio país, se ven obligados a adaptarse a nuevas realidades. ¿Pero de qué manera exactamente?
Datos oficiales
Las estadísticas oficiales e informes siguen siendo una base indispensable para la investigación. Sin embargo, esta práctica enfrenta restricciones cada día mayores:
—Mi dolor personal es que ya no se publican datos detallados sobre la situación delictiva en Rusia. La Fiscalía General solía poner en línea tablas mensuales completas con información de varias agencias. Lamentablemente, desde principios de 2023, esas tablas han dejado de existir—, afirmó Bonch-Osmolovskaya.
OSINT (fuentes abiertas de inteligencia)
Los periodistas utilizan activamente métodos para recabar información de fuentes abiertas —como redes sociales o reportajes de medios regionales— para sustentar sus hipótesis. Bonch-Osmolovskaya dio un ejemplo de su trabajo en un proyecto de investigación sobre el secuestro de niños de Ucrania. Primero, encontró un indicador que mostraba cuántos niños habían sido registrados en el registro regional de huérfanos. Al analizar la evolución de ese valor, descubrió que en 2022, en 20 regiones se inscribieron muchos más niños que en años anteriores. El detalle: en ningún lugar se mencionaba que se tratara de niños procedentes de Ucrania. Ahí es precisamente donde entra en juego el OSINT. Muchos medios regionales informaron sobre niños que habían llegado a su región, vivían allí y recibían apoyo:
—Luego se examinan sistemáticamente estos reportajes, se observa a los niños, se estima su edad, se consulta la base de datos de la región y se buscan aquellos niños que se puedan identificar en estas fotos. Así confirmé que, efectivamente, había niños de Ucrania allí—.
Contactos internos
El contacto con informantes internos es cada vez más raro, principalmente por el incremento del riesgo que corren las fuentes. Sin embargo, los periodistas continúan trabajando con contactos de confianza con los que habían establecido relaciones sólidas antes de la guerra:
—Cuando te reúnes con alguien en persona, puedes tratar los temas de forma directa, lo cual es más sencillo que hoy en día, por supuesto. Por eso, las fuentes son una verdadera rareza en este momento—.
El margen para realizar investigaciones permitidas en Rusia se va reduciendo día a día: se cierran bases de datos públicas, se endurece el control sobre internet y tecnologías como una versión rusa del “Gran Cortafuegos” ya no parecen una distopía. Los periodistas de investigación son conscientes de que sus métodos de trabajo anteriores podrían no estar disponibles mañana —y que tendrán que adaptarse nuevamente.
LA ÉTICA DE LAS FILTRACIONES DE DATOS: NORMAS CAMBIADAS
La cuestión ética en el manejo de filtraciones de bases de datos siempre ha generado debates entre los periodistas. Sin embargo, la guerra ha demostrado que esta práctica también ha cambiado. Ante la pregunta del público de si es aceptable trabajar con filtraciones, Katya Bonch-Osmolovskaya enfatizó que este es uno de los pocos medios para acceder a la información hoy en día:
—Antes de la guerra, aún se podía discutir si tales métodos eran éticamente justificables. Hoy, creo que podemos utilizarlos. Y, de hecho, los usamos—.
Destacó que esta práctica sigue siendo controvertida:
—Por supuesto, hay mucho margen para la discusión aquí. Así no deberían funcionar las instituciones. Si nos permitimos pequeñas concesiones, podríamos llegar a un punto problemático. Pero esa es una cuestión para el futuro. Cuando todo vuelva a la normalidad, hablaremos de ello—.
Estas declaraciones reflejan la ambivalencia de la situación: por un lado, la necesidad de adaptarse a las realidades de la guerra, y por otro, la conciencia de los riesgos a largo plazo y de las posibles consecuencias para la industria.
REPUTACIÓN VS. VERIFICACIÓN: RIESGOS PARA LOS PERIODISTAS
Para los medios independientes, la reputación es su activo más valioso. Los errores pueden socavar la confianza no solo en un equipo editorial individual, sino en toda la comunidad periodística. Katya Bonch-Osmolovskaya compartió dos ejemplos que deben servir de lección para el trabajo futuro, especialmente en las condiciones actuales de guerra. La verificación minuciosa y en múltiples etapas —desde la fuente hasta los expertos— es crucial, incluso cuando colegas con reputaciones aparentemente impecables ya han informado sobre la noticia.
Un ejemplo contundente es una historia publicada por el Wall Street Journal acerca de una madre que supuestamente buscaba a su hijo, un conscripto del ejército, que había desaparecido después de que las fuerzas ucranianas entraran en la región de Kursk. Posteriormente se descubrió que ni la madre, ni el hijo, ni las fotos utilizadas en el artículo existían en realidad. Los periodistas de IStories comenzaron a sospechar cuando la mujer se negó a responder llamadas telefónicas. Con la ayuda de una herramienta de análisis de imágenes, descubrieron que la foto había sido generada por inteligencia artificial. Por otro lado, los colegas del WSJ, que se basaron en intercambios escritos con la fuente, publicaron la historia —que luego se demostró que era falsa—.
—Nos negamos a trabajar en esta historia. Si no podemos confirmar la información con al menos un método disponible, no la publicamos—, comentó Bonch-Osmolovskaya.
Nadie está exento de cometer errores, especialmente ahora que los periodistas que trabajan en temas de guerra reciben cientos de mensajes al día con una amplia variedad de historias. Algunas de ellas podrían ser ciertas, pero las fuentes a menudo tienen miedo de hablar o desaparecen en el curso de la investigación:
—Vivimos en tiempos en los que todo debe ser verificado—.
Otra historia se convirtió en una lección para la misma IStories. Mientras investigaban el secuestro de niños de Ucrania, el equipo editorial se puso en contacto con una experta que se presentó como empleada de la Corte Penal Internacional y que ya había concedido entrevistas a muchos otros medios independientes de buena reputación. Pero tras la publicación, los periodistas recibieron una carta de la Corte Penal Internacional pidiéndoles que retiraran los comentarios de la supuesta empleada. Resultó que esta mujer no tenía ningún vínculo con la corte, salvo una breve pasantía hace muchos años.
—Me quedé completamente sin palabras. Entiendo por qué se pueden introducir datos falsificados o fuentes manipuladas —por eso siempre verificamos cuidadosamente todos los hechos—, pero jamás imaginé que la gente (experta – nota del editor) simplemente saliera a dar entrevistas a cualquiera.
Los ejemplos de Bonch-Osmolovskaya dejan claro que los días en que se podía confiar en las citas de otros medios han quedado irrevocablemente atrás. Hoy en día, todo debe ser verificado, especialmente en una era en la que las noticias falsas se propagan a un ritmo alarmante.
FUERZA EN LOS NÚMEROS: COOPERACIÓN EN LA INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA
Los proyectos conjuntos a menudo permiten a los equipos editoriales unir fuerzas para recolectar y analizar datos que serían demasiado extensos para un solo equipo. Katya Bonch-Osmolovskaya destacó dos escenarios clave en los que las colaboraciones investigativas son particularmente importantes:
Falta de recursos propios:
—Cuando un equipo editorial se da cuenta de que no puede hacerlo solo, puede recurrir a colegas de otras redacciones. Juntos, se puede lograr de manera más eficaz y profesional.
Cooperación internacional:
—Grandes organizaciones como el OCCRP (Organized Crime and Corruption Reporting Project) ayudan a reunir a equipos editoriales de diferentes países. Por ejemplo, cuando un equipo tiene documentos únicos, unimos a redacciones de Rusia, Alemania, Francia y otros países para trabajar en un material en un contexto internacional.
Esta cooperación no solo posibilita el intercambio de recursos y conocimientos, sino también la creación de contenidos que abarcan una amplia gama de temas regionales y globales. Así se generan ‘grandes historias’ que ayudan al público a comprender mejor procesos transnacionales complejos. Además, los medios en el exilio sirven como base indispensable para la cobertura de Rusia por parte de periodistas occidentales: sin su trabajo, muchos medios internacionales tendrían dificultades para cubrir los eventos en este país cada vez más aislado.
QUIÉN FINANCIA LA INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA
Un mito persistente difundido por la propaganda rusa es que financiar medios independientes implica controlar su línea editorial. Katya Bonch-Osmolovskaya ve esto como el reflejo de cómo funcionan los medios estatales en Rusia:
—En Rusia, en realidad, quien proporciona el dinero suele determinar también la línea editorial. Por eso, incluso nuestros lectores leales a veces piensan que alguien nos dicta los temas. Por ejemplo, mi investigación sobre los niños de Ucrania se publicó en el Día Internacional del Niño. Un familiar mío comentó: “Pues eso está perfectamente orquestado.”
Sin embargo, es esencial para los periodistas de investigación mantener su independencia editorial, incluso si dependen en gran medida de la financiación.
—Desarrollamos nuestros temas en función del interés público y de los acontecimientos actuales. Si un donante intentara influir en nuestra política editorial, terminaríamos la colaboración de inmediato.
UNA AUDIENCIA BAJO PRESIÓN
En Rusia, participar en las actividades de “organizaciones indeseables” puede acarrear graves consecuencias legales. Por “participar”, las autoridades entienden no solo trabajar en una redacción o enviar un comentario para publicación, sino incluso compartir un artículo en las redes sociales. Incluso los lectores comunes pueden ser multados. Los reincidentes enfrentan procesos penales con hasta cuatro años de prisión. Incluso publicaciones antiguas pueden servir como base para un enjuiciamiento si permanecen accesibles después de que una organización ha sido clasificada como “indeseable”.
—Compartir una canción es seguro, pero no un artículo. Incluso personas que no están en Rusia evitan publicar o compartir cualquier cosa. Tienen miedo. Pero, al menos, leer sigue siendo seguro.
Durante el último año, las autoridades rusas han endurecido un sistema ya represivo y han comenzado a construir un nuevo modelo de censura digital. Al limitar YouTube, bloquear servicios VPN y seguir manipulando el espacio digital para promover narrativas propagandísticas, el Kremlin está reprimiendo a los medios independientes. A pesar de esta presión, los medios en el exilio siguen siendo muy relevantes tanto dentro como fuera de Rusia. Al ser preguntada sobre la proporción de lectores provenientes de Rusia, Katya respondió:
—Es difícil decirlo en este momento, porque nuestro medio —como muchos otros medios independientes— está bloqueado en Rusia y la mayoría de nuestros lectores utilizan VPN. Sin embargo, antes de que YouTube se viera limitado, era evidente que el 80% de los espectadores de nuestros videos estaban en Rusia. Esto demuestra que nuestro principal grupo objetivo se encuentra dentro del país.
Los periodistas en el exilio suelen trabajar en condiciones extremadamente difíciles y con recursos limitados. No obstante, es notable que produzcan contenidos de clase mundial que no solo rivalizan con los de los medios occidentales, sino que en algunos casos incluso los superan. Según un estudio del JX Fund de septiembre de 2023, medios enfocados en la investigación, como IStories y The Insider, superan en alcance y tamaño de sus canales de YouTube a muchos medios occidentales reconocidos, incluidos Bellingcat (Países Bajos), OCCRP (EE. UU.) y Correctiv (Alemania).
SI NADA CAMBIA… ¿POR QUÉ?
¿Por qué molestarse en escribir o leer investigaciones si parece que nada cambia? Esta pregunta también surgió durante la discusión con Katya Bonch-Osmolovskaya. Ella admitió con sinceridad que entiende los sentimientos de apatía entre los lectores, especialmente cuando escucha: “Tus textos son difíciles de leer. Rara vez los consulto y, cada vez que lo hago, me entristecen.” Pero está convencida de que el cambio es posible —y ofrece buenas razones al respecto. Dar a conocer la realidad significa no quedarse en silencio:
—Nuestro trabajo no puede traer la paz a todo el mundo, alimentar a todos ni dar techo a todos los sin techo, pero nos ayuda a reconocer con claridad dónde estamos y qué sucede a nuestro alrededor—, afirma Katya.
Hablar sobre las injusticias ya es un paso en la dirección correcta, porque generar conciencia abre la posibilidad de un cambio. Algunos ejemplos del trabajo de su equipo editorial demuestran que la investigación puede, de hecho, lograr algo:
Repatriación de niños de Ucrania:
—Cuando comenzamos a informar sobre el secuestro de niños de Ucrania, otros medios rusos e internacionales retomaron la historia, y se inició el proceso de repatriación de esos niños. Finalmente, Qatar intervino como mediador entre Rusia y Ucrania, y ahora, de verdad, se está haciendo algo. Si hubiéramos permanecido en silencio, estos niños seguirían en Rusia.
Una tubería de agua después de 200 años:
—Teníamos un reportaje sobre un pueblo en la región de Kubán donde la gente había vivido sin agua durante 200 años. No es una exageración. Cuatro días después de la publicación del material, llegaron trabajadores y comenzaron a construir una tubería de agua. Ellos mismos comentaron que la presión pública fue tan grande que las autoridades se vieron obligadas a actuar.
Haciendo visible lo invisible:
¿Quién se enteraría de los presos políticos si nadie escribiera sobre ellos? El Comité de Investigación no emite comunicados de prensa, y la verdad queda oculta en resoluciones judiciales secas.
—En Rusia, nadie publica noticias como “Mira, tenemos un nuevo preso político”—, enfatiza Katya. —Ese es el trabajo de los periodistas. Investigan documentos y rescatan los nombres de quienes, de otro modo, permanecerían invisibles —.
Etiquetas censura, exilio, Periodismo de Investigación, Rusia, Ucrania