En los últimos años, el sistema de medios de comunicación afgano ha cambiado rápidamente y se ha vuelto cada vez más progresista. Pero, ¿es esto suficiente para cambiar la sociedad? De 1996 a 2001, Afganistán fue un país sin imágenes. En 1996, cuando los talibanes radicales tomaron la capital Kabul, la mayoría de los medios de comunicación fueron acusados de anti-islamismo; el gobierno y las entidades estatales monopolizaron el control de la información.
Después del derrocamiento del gobierno talibán en 2001, el sistema de medios de comunicación afgano se restableció. Se tenía la confianza de que estos medios, defensores de la economía de mercado, acelerarían el desarrollo de la democracia; además, EE.UU. estaba realizando importantes inversiones en puntos de venta. Como resultado, el sector de las comunicaciones se liberalizó.
En 2018, Afganistán disponía de 96 canales de televisión, 190 emisoras de radio y 231 periódicos; 26 de los cuales eran diarios. El acceso y uso de Internet aumentó con rapidez, aproximadamente la audiencia pasó de 9 a 10 millones de afganos navegando por la red. Hoy, el país tiene una estructura de comunicación híbrida formada por medios públicos controlados por el gobierno y otros privados-comerciales (nacionales, locales, étnicos, religiosos y políticos).
Una voz para los grupos marginados
Con más de 35 millones de habitantes, Afganistán es un país con gran diversidad étnica y cultural. Expertos, como el politólogo e historiador italiano Günther Pallaver, han destacado el poder de los medios para desafiar los prejuicios, reducir las tensiones étnicas y apoyar la consolidación de la paz.
Los medios de comunicación afganos desempeñaron un papel importante en el desarrollo de una “identidad compartida” que podría utilizarse para promover la cohesión social. También contribuyeron en la creación de un espacio público de comunicación sobre la “constitución y supervivencia de la sociedad”.
Después de 2001, sin lugar a dudas, el pluralismo de los medios de comunicación en Afganistán contribuyó a hacer una sociedad más abierta. Además de representar a la diversidad del país, también ayudó a los grupos minoritarios y marginados a tener voz, y a la tarea de concienciar sobre los problemas que los afectan. Las plataformas digitales han jugado un papel crucial en este proceso; por ejemplo, el periodista afgano Ali Seerat, describe que lo ocurrido en el país es una revolución de los medios de comunicación que cambió la estructura de comunicación de la sociedad afgana.
Megáfono de redes sociales
Alrededor del 20 por ciento de la población afgana son usuarios de las redes sociales. En su mayoría son jóvenes, urbanitas y gente educada. Las redes sociales también son la plataforma elegida por muchos grupos marginados, como mujeres, minorías étnicas y adolescentes, para resaltar sus preocupaciones y promover el cambio. Por ejemplo, el número de mujeres que se comunican online se incrementó con rapidez en los últimos años.
En la actualidad, las mujeres utilizan plataformas como Twitter y Facebook para debatir sobre temas como el feminismo y la igualdad de género. La cantante y activista de género Aryana Sayeed pudo dirigirse a una audiencia virtual de 500.000 personas; asimismo, la política Fawzia Kofi, nominada al Premio Nobel de la Paz en 2020, llega a 400.000 personas en Twitter.
De hecho, las redes sociales han sido fundamentales en el aumento de los movimientos de protesta en Afganistán. El “Movimiento Tabassum” de 2015, el “Movimiento de la Ilustración! de 2016 y el “Movimiento de Levantamiento por el Cambio” de 2017; todos ellos organizados a través de las redes sociales, movilizaron a cientos de miles de personas.
Gama mundial
Eventualmente, las redes sociales lograron que la diáspora afgana se conectara entre sí y, a través de delos medios de comunicación masas internacionales, sensibilizaron a la población sobre los problemas y participaron en campañas de activismo. Estos nuevos comunicadores digitales han traspasado y burlado las fronteras y los mecanismos de control tradicionales en Afganistán, y ahora se identifican como una diáspora global.
En junio de 2020, los afganos que viven en todo el mundo organizaron una protesta online con las claves #AfghanLivesMatter y #IAmBurning. Las manifestaciones a nivel mundial pidieron justicia para los inmigrantes y refugiados afganos en Irán y otros países.
Otro fenómeno son algunos influenciadores afganos de alcance mundial. Haniyeh Mazari cuenta con varios miles de seguidores, ella tiene 18 años, vive en Múnich y mantiene debates con afganos de todo el mundo acerca del papel de la mujer en la sociedad.
La influenciadora Qari Isa de Frankfurt mantiene debates con talibanes de Afganistán en directo en YouTube y a través de un teléfono celular. Cientos de miles de personas siguen regularmente estos debates y se unen a las discusiones online. Según Wazhmah Osman, científica de comunicación estadounidense, nacida en Afganistán, los medios de comunicación han hecho posible que el país tenga intensos debates sobre los derechos de las mujeres, la democracia, la modernidad y el Islam.
Cambio social
Esta nueva y abierta comunicación devuelve la esperanza de mantener e incluso acelerar el cambio social. De hecho, también hace visibles las tensiones sociales entre diferentes etnias, que puede ser una señal positiva de progreso. Las discusiones públicas, los debates y la negociación pública de esos conflictos son expresión de la consolidación y cohesión de los diversos grupos sociales del país.
Ciertamente, este creciente público participativo permite una conversación más abierta y accesible sobre la constitución y el mantenimiento de la sociedad, que no es sólo para las élites. El desarrollo de estas estructuras de comunicación es un hito en la historia de Afganistán, porque no solo desafía el estatus del país como una “sociedad tribal encerrada e introvertida”, sino que también facilita un cambio social continuo y sostenible.
Artículo original: La revolución mediática de Afganistán
Autor original: Kefa Hamidi
Autoría del texto original: Observatorio Europeo del Periodismo (OJE)
Nombre de la traductora: Nuria Fernández Muriel
Etiquetas Afganistán, Cultura afgana, Democracia, Libertad de prensa, medios, medios digitales, periodismo, redes sociales, Taliban