Andrea Aldana es una periodista paisa, de la capital de Antioquía, la ciudad “de la eterna primavera”, como es conocida Medellín. Una profesional del periodismo regional, centrada en la investigación de la forma de vida de guerrillas y paramilitares que se resisten a formar parte del pasado.
Los conflictos armados, las mafias y el narcotráfico han sido el detonante y la causa de su ya tercer “exilio”. Es una voz incómoda debido a su compromiso contra las injusticias sociales y los abusos por parte de fuerzas y cuerpos de seguridad estatales y paraestatales.
Investigadora de la Fundación Paz y Reconciliación y parte del comité editorial del periódico Universo Centro, tiene en su haber numerosos galardones que reconocen su labor profesional. Ha sido productora de un programa galardonado con la Gold Medal en el New York Festival. Trabajó como productora local para National Geographic y obtuvo el reconocimiento del jurado en la categoría «crónica» del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar.
Pregunta. – ¿Cuál fue su motivación para cubrir temas tan espinosos: mafias, narcotráfico, conflicto armado y por tanto conculcación de los derechos humanos?
Respuesta.- «Fuerzas paramilitares se llevaron a mi papá de la ciudad con un desplazamiento forzado y eso desencadenó que empezara a hacerme preguntas. La lógica fue: ¿qué son los paramilitares? Empezó como una historia personal y eso me llevó a indagar sobre la violencia que asolaba al país y a tratar de entenderla.
Estudié Derecho con un espíritu idealista para poder ejercer en pro de los derechos humanos, pero luego me di cuenta de que lo realmente interesante no solo era entender por mí misma, sino también que la gente entendiera el conflicto que yo tuve la oportunidad de descubrir a partir de una vivencia eminentemente personal. Decidí que quería hacer un periodismo regional, el que pone de relieve estas situaciones.»
P.- Chocó no es tierra para débiles es un amplio reportaje que realizó sobre la vida en las guerrillas. Versa sobre el sacrificio que hacen muchas madres por sus familias, como Laura, cuyo deseo era el de ser abogada. ¿Qué futuro tienen estas mujeres dentro de los grupos guerrilleros? ¿Pueden empezar de nuevo, alejadas de esta forma de vida?
R.- «Conozco varias guerrilleras que pudieron salir de esos grupos, que las dejaron, como otros casos en los que lamentablemente no se lo permitieron. Igual que te encontrabas con guerrilleras obligadas a abortar y otras que fueron mamás en sus zonas. Cada Laura tiene su particularidad, su historia que merece ser contada. El caso por el que preguntas se produjo porque tenía que ayudar a su madre, pero se enamoró de un guerrillero que tenía 30 años, el doble de su edad. Las chicas participan en principio por sentirse poderosas pero acaban involucradas también por implicaciones personales, por enamoramiento.»
P- ¿La amenaza al periodismo es una cuestión de ideologías?
R- «El periodismo tiene que ser contrapoder. Si no haces un periodismo incómodo para el poder, al servicio de la investigación de los jueces, magistrados, políticos… no cumples con tu función social.
Los personajes públicos y los partidos políticos tienen todos los medios a su servicio para trasladar su discurso, los profesionales tenemos que revisarlo con lupa. Por tanto no es una cuestión de partidos, el periodismo es atacado en países donde gobierna la izquierda y derecha. Tenemos que resultar incómodos, críticos y denunciar aquello que esté mal, lo haga quien lo haga.»
P- ¿Cómo puede ser que una periodista tan galardonada no reciba el apoyo de las autoridades colombianas?
R- «Porque son las autoridades de mi país las que me amenazan. Durante todo este tiempo de trayectoria, he denunciado casos o de la policía o la fiscalía. Un día me sentaron con un sicario que me contó que tenía el encargo de silenciarme. Mis amenazas y las razones por las que he tenido que salir del país vienen por fuerzas y cuerpos gubernamentales. Todos los periodistas en mi situación de amenaza nunca encontrarán el respaldo del Estado.»
«Las mujeres deben saber que el riesgo que corremos, por una cuestión de género, es mucho mayor»
P- Como referente para muchas mujeres, ¿qué le diría a las que quieren ser periodistas?
R – «Cuando eres tan idealista te choca el peso de la realidad. Hacer este tipo de periodismo, por más que tú quieras contar la verdad y dejar huella, te pone en peligro, y más si has sido víctima de agresiones. A las futuras profesionales hay que decirles que si quieren contar la verdad, la profesión es peligrosa, te pone en riesgo. Hablamos de grupos mafiosos acostumbrados a someter al otro a través de la amenaza y el miedo. Toda persona que se meta en esto tiene que saber que está en riesgo.»
P- ¿Alguna recomendación en base a su experiencia?
R- «Masculinizar el carácter, porque, cuando te empiezan a ver como un hombre, muestran un respeto diferente y dejan de agredir. Sé que no lo tendría que hacer, pero si eso evita que me pase algo, voy a seguir haciéndolo. Las mujeres deben saber que el riesgo que corremos, por una cuestión de género, es mucho mayor.»
P– ¿Y cuál es el límite?
R– «No lo sé. Desde que sales y te montas en un autobús o en un carro ya estás en riesgo. Cada situación condiciona hasta dónde quieres llegar. Pero ninguna historia, por potente que esta sea, vale una vida.»
Fotografía: Jesús de Miguel para Tribuna Complutense
Etiquetas periodismo amenazado, Reporteros sin Fronteras