En 2020, se produjeron 3941 muertes por suicidio en España. O lo que es lo mismo, la escalofriante cifra de once personas que se quitaron la vida cada día. Los medios de comunicación, y especialmente sus contenidos, son el reflejo de una sociedad sobre la que, del mismo modo, tienen un poderoso influjo. Por esta razón, Guillermo Córdoba, periodista especializado en el tratamiento del suicidio en los medios, imparte desde hace algún tiempo el taller para informadores “Informando sobre el suicidio”, acompañado por la psicóloga sanitaria Patricia Acinas.
La Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid es uno de las instituciones donde los futuros profesionales de la comunicación se plantean las prácticas que les han de permitir hacer un correcto tratamiento de este, ya que según Córdoba los periodistas no reciben una formación específica que los prepare para enfrentarse a este tipo de contenidos.
El pasado año fue el periodo en el que más muertes se registraron debido a este motivo desde 1906. En la actualidad, el suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte en España superando a los fallecimientos en accidentes de tráfico, las víctimas de homicidios y también las de violencia de género.
Estos expertos no dudan de que la crisis sanitaria causada por la pandemia de la covid-19 se sitúa como uno de los factores que ha tenido una mayor influencia en el hecho de que se hayan producido 270 fallecimientos más por suicidio respecto a 2019.
De esta manera, Córdoba recuerda que todo periodista debe procurar ser un altavoz de aquellas noticias que relaten hechos vinculados con el suicidio, porque la aparición con regularidad de esta problemática en los medios, siempre y cuando se haga adecuadamente, tiene un alto potencial preventivo para evitar este tipo de situaciones en la sociedad y motivar el bienestar psicológico de quienes forman parte de ella.
Cómo informar sobre el suicidio
De acuerdo con estos criterios, el periodista que se encuentre ante esa circunstancia debe valorar si el suceso debe o no debe ser noticia. Así, existen tres condiciones que se deben cumplir para que un suicidio deba tener cobertura mediática.
En primer lugar, si la persona que ha cometido el suicidio es un personaje público o famoso; luego, cuando el acto del suicidio ocasiona consecuencias públicas como por ejemplo retrasos en el transporte público, victimas colaterales, etc. Y en último lugar, cuando algunas de las causas que se atribuyen a este fallecimiento está relacionada con cuestiones que afectan al interés general como por ejemplo los desahucios.
El siguiente paso tras haber identificado si el suicidio debe ser publicado en los medios es producir el contenido teniendo en cuenta una serie de pautas para hacer un buen tratamiento. Las instituciones públicas son un agente formador en esta materia y organismos como el Ministerio de Sanidad, la Generalitat de Catalunya, o la Generalitat Valenciana han creado sus propias guías de buenas prácticas donde se recogen estas normas de estilo dirigidas a los profesionales de los medios.
La primera de estas directrices expone que el método empleado para suicidarse no debe ser descrito. También se debe evitar tildarlo con calificativos como “rápido”, “sencillo” o “indoloro”. Por otro lado, la nota de suicidio nunca debe ser difundida y tampoco se deben publicar imágenes de la forma o el lugar donde ha ocurrido.
Además, tal y como asegura la psicóloga clínica Patricia Acinas, las motivaciones que llevan a una persona a suicidarse son múltiples, por lo que los periodistas no deben atribuirlo a una única razón, sino que lo recomendable es mostrar a la audiencia que ha sido un desenlace impulsado por la combinación de diversas causas. Del mismo modo, la psicóloga recomienda que los medios trabajen estrechamente con los profesionales de la salud, principalmente de la salud mental, y junto a asociaciones de víctimas.
Por otro lado, una de las cuestiones más relevantes en la redacción y creación de las piezas informativas sobre casos de suicidio es el vocabulario que se emplea en ellas. En ese sentido, los periodistas deben trabajar con suma cautela y utilizar vocabulario que sea respetuoso y que tenga en consideración el duelo de las personas que se encuentran en el entorno de la víctima.
En este contexto, los medios no solo tienen la función de informar sobre lo que ha acontecido, sino que también pueden ejercer un papel esencial en la prevención de las conductas suicidas. Por ello, el periodista Guillermo Córdoba resalta la necesidad de incluir, siempre que sea posible, historias de personas que han superado un intento de suicidio e información sobre aquellos factores de riesgo que permiten detectar un posible comportamiento suicida.
Aparte de incluir en las piezas testimonios de supervivientes también resulta “imprescindible”, según Córdoba, incorporar recursos de ayuda como el teléfono de la esperanza, el teléfono contra el suicidio o los datos de contacto de organizaciones, como la Asociación Papageno, que basa su labor en la aproximación al suicidio como una problemática de primer nivel a la cual trata de dar solución.
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