Resistir al acoso de algunos Gobiernos latinoamericanos, prioridad del Periodismo

20 diciembre 2021 • Entradas recientes, Ética y libertad de expresión, Reciente • by

El pasado 2 de diciembre, elDiario.es organizó el III Encuentro de Periodismo Iberoamericano de forma presencial en Madrid. Por primera vez después de la pandemia debido a la Covid-19, la Casa América recibió a líderes del periodismo iberoamericano para hablar sobre libertad de prensa, la financiación de los medios y los nuevos retos del periodismo, entre otros. Las intervenciones se transmitieron en directo a través de Twitter, Facebook y en el canal de YouTube de elDiario.es, sumando un total de cinco horas de streaming.

Ignacio Escolar, director de elDiario.es fue el encargado de dar la bienvenida a los espectadores y empezar el primer coloquio, una conversación con Lydia Cacho, periodista y escritora mexicana, sobre los retos del año 2022 para el periodismo español. En los siguientes debates y coloquios intervinieron profesionales de forma presencial y telemática; de grandes medios como El Faro, El País, New York Times, entre otros.

Durante horas se tocaron una gran variedad de temas hasta llegar a Resistir contra el acoso de los gobiernos, una mesa moderada por Gumersindo Lafuente, director adjunto de elDiario.es. Para hablar de la resistencia, una palabra que tanto resuena en el periodismo de latinoamérica, los invitados fueron Carlos Dada, Carlos Chamorro, Mónica Baró y Andrea Aldana.

Andrea Aldana, reportera freelance y columnista en El Espectador.  Aldana es una periodista colombiana que publica historias que no son del agrado de los poderosos. Sus crónicas sobre las mafias, los conflictos armados y el narcotráfico la han llevado a exiliarse más de una vez y en marzo de 2021 la escuchábamos hablar sobre ello en la III Jornada: el Periodismo amenazado. ¿Qué significa la libertad de expresión cuando te juegas la vida?, en la Universidad Complutense de Madrid. Durante el coloquio cuenta como ha venido a parar a Madrid, ciudad donde lleva meses viviendo; desde el 2018 sigue los actos corruptos de las fuerzas estatales, denunciándolo en sus reportajes.

“Me la paso entrevistando a bandidos y nunca he tenido problemas con ellos, pero desde

que me dediqué a investigar lo que hacía el ejército, la fiscalía y la policía en Colombia, soy perseguida violentamente por estos agentes del Estado” .

Estos hechos han provocado su exilio a la capital española, tras una serie de amenazas de muerte y de montajes judiciales, llegando a un punto de incertidumbre que ella misma define como “yo ya no sabía quién era mi enemigo y quién me estaba persiguiendo”. Desde que Colombia firmó en el año 2016  el acuerdo de paz con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) no ha parado la violencia; Andrea Aldana cuenta como en manifestaciones durante el año 2020, ochenta jóvenes murieron a balazos por parte de la policía, sucesos que cuentan con vídeos para probar su veracidad y resalta que también las agresiones contra la prensa han sufrido un fuerte incremento, de 200 al año han pasado a 720 hasta el momento.

A los que mandan les interesa silenciar a la prensa porque informan con veracidad a la sociedad y una sociedad informada es mucho más difícil de manipular que una desinformada. En los pequeños grupos independientes de Colombia es dónde se deposita la esperanza del periodismo del país, ya que los grandes medios han sido comprados por los banqueros adoptando posiciones gubernamentales. Estos grupos buscan no depender económicamente de grandes medios, buscan otras formas de hacerlo: tales como suscripciones, eventos. etc. De ello se habló en la siguiente mesa de debate “Financiar medios pequeños en América Latina”, que contó con la participación de Patrick Butler, Mijal Iastrebner, Viviana González y Patricia Torres-Burd.

Mónica Baró, periodista cubana y colaboradora en la Revista El Estornudo, Rialta Magazine y 23yFlagler. Trabajó en medios de comunicación estatales, en revistas digitales como reportera y llegó a ser miembro del consejo editorial de Periodismo de Barrio. En el año 2019 recibió el premio Gabo en la categoría Texto por un reportaje realizado en un barrio de La Habana sobre un caso de envenenamiento por plomo, La sangre nunca fue amarilla.

Actualmente exiliada en Madrid, habló de las recientes protestas en Cuba, de cómo ha afectado a los medios de comunicación independientes del país y el por qué de su exilio en España; “fue la manera que encontré para ponerme a salvo, para no enfermar psicológicamente”. La represión en Cuba, por parte de la Seguridad del Estado, aumentó conforme aparecían y aumentaban los casos de la Covid-19; M. Baró explica este hecho conforme a la influencia de unos puntos clave. Primero, Donald Trump, en ese momento presidente de Estados Unidos, promovió más de 240 nuevas sanciones que se sumaron a las ya existentes y esto provocó una interpretación por parte del Gobierno de Cuba de una situación de guerra y a ello se unieron otros puntos como el Síndrome de La Habana y el cierre de los servicios consulares en la ciudad, entre otros, que hicieron que el Gobierno adoptara una posición más agresiva.

El delito de “mercenarismo” en Cuba está contemplado en su Código Penal con sentencias desde 10 años de prisión a penas de muerte. “Cuando tu estás en este contexto, que te acusen de “mercenarismo” te pone a pensar en ese riesgo” así reflexiona la periodista sobre un riesgo palpable en la actualidad cubana. Cuba cuenta con una larga lista de presos políticos, suman más de 800, una lista en la que se ve claramente los efectos del estallido social y las protestas del 11 de julio ya que antes de ese día eran unos 152 presos políticos.

“Dentro de esa lista de más de 800 presos políticos, hay 14 menores de edad en detención y 11 acusados de sedición, un delito contra la Seguridad del Estado”.

Mónica Baró asegura que los periodistas que han salido de Cuba no dejan de informar sobre el país, “Cuba no es solamente la isla, Cuba es algo que va mucho más allá. Aunque el gobierno nos destierre, aunque nos prohíba entrar y nos quiten derechos”. Una frase que define la resistencia del periodismo independiente desde el exilio.

Carlos Dada, director de El Faro, un periódico con base en El Salvador cuyo objetivo es investigar y explicar lo que pasa al otro lado del charco, “el periodismo en el que cree El Faro, pone límites al poder y a los poderosos, les exige cuentas y los expone”. C. Dada cuenta con varios premios a lo largo de su trayectoria profesional, tales como el Maria Moors por la Universidad de Columbia y Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabo 2016, entre otros. También El Faro ha sido galardonado con  el Premio Latinoamericano de Derechos Humanos de WOLA en el año 2012.

“El Faro ocupa un lugar preeminente en los objetivos del gobierno probablemente por nuestras investigaciones sobre los escándalos de corrupción, sobre los abusos de poder, sobre las acciones inconstitucionales de este gobierno y sobre el desmantelamiento de la democracia”. El Faro tampoco había sido plato de buen gusto para los gobiernos anteriores, pero Dada lo justifica como que jugaban en “la arena de la democracia” con lo cual no contaban con las herramientas suficientes para llevar a cabo ataques, cosa que sí ha conseguido el gobierno de Nayib Bukele. Debido a su trabajo e investigaciones, la mitad de la redacción recibió el aviso de que sus conversaciones telefónicas estaban siendo interceptadas y eso no se queda ahí como indica el periodista; también han sufrido espionajes, investigaciones en contra, acusaciones de lavado de dinero por parte del presidente, un editor expulsado del país y otro con la entrada negada. A parte, las constantes amenazas por parte de las autoridades públicas y de los troll en sus plataformas digitales.

“Llevamos tantos años tratando de especializarnos y mejorar nuestro periodismo para hacer un mejor aporte a la democracia y ahora la situación del periodismo centroamericano atraviesa su peor momento desde el final de nuestras guerras civiles”.

Carlos Fernando Chamorro, director de Esta Semana y Confidencial. En 1996 fundó Confidencial, con noticias de actualidad y centrado en el periodismo de investigación. En diciembre del año 2018 la policía llevó a cabo una serie de allanamientos a oficinas de organizaciones no gubernamentales que habían denunciado anteriormente violaciones de los derechos humanos por parte del gobierno, las oficinas de Confidencial también fueron allanadas y Carlos C. tuvo que exiliarse en Costa Rica. De forma virtual desde Uruguay, habla de los más de 160 presos políticos que hay en Nicaragua sin poder ejercer su derecho de libertad de expresión, de cómo invadieron las oficinas de su periódico y de las dos veces que tuvo que exiliarse en Costa Rica para no ser un preso más en la larga lista.

“La agresión contra la prensa se intensifica en el momento en que una dictadura está siendo desafiada”.

En Confidencial trabajan desde el exilio, y Gumersindo Lafuente le pregunta cómo y de qué forma lo hacen. A lo que el periodista le responde  “es extremadamente difícil”. Desde hace algún tiempo, Nicaragua hace uso de estrategias de represión y criminalización de derechos como manifestarse y la libertad de expresión para poder silenciar a los que se imponen en su contra. Chamorro hace un programa de televisión por YouTube, ya que está censurado en la televisión abierta y por cable. Resalta cómo las personas que informan a su medio, y a otros, tales como médicos y  abogados o están ya en el exilio o deben mantener su identidad totalmente en secreto, ya que es un peligro para su seguridad. Trabajan sin fuentes y gracias a los ciudadanos y otros periodistas que les brindan información y son sus ojos y oídos en el país, pueden reportar y gracias a la tecnología pueden difundir sus contenidos. Su financiación se basa casi completamente en donaciones de la audiencia, de instituciones y en la monetización de las redes sociales, ya que fueron intervenidos como empresa en Nicaragua.

Estos encuentros que organiza elDiario.es hacen que se pueda reflexionar sobre las dificultades que hay detrás de un reportaje independiente latinoamericano y de cómo en España se juega con ese “as bajo la manga” a la hora de informar en comparación con otros países.

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