El arriesgado negocio del periodismo ambiental

2 marzo 2021 • Entradas recientes, Reciente • by

Traducción de Belén López Ruiz (UCM)

En la última década, un número creciente de periodistas que informan sobre periodismo ambiental han sido agredidos, encarcelados o asesinados. Las consecuencias prácticas y psicológicas de estos ataques son profundas. Hablamos con Eric Freedman, director del  Knight Center de Periodismo Ambiental de la Universidad de Michigan y autor de un reciente estudio sobre el tema, y con Meaghan Parker, Directora Ejecutiva de la Sociedad de Periodistas Ambientales (SEJ).

«En el pasado, el periodismo ambiental se ha entendido de forma restrictiva, era sobre la vida silvestre o la contaminación», explica Parker, pero con el tiempo el término ha adquirido un significado más amplio. «Los temas sobre los que esos periodistas informan ahora incluyen todos los recursos esenciales de la vida, como la comida, el agua, el aire y la energía. Son medioambientales, y también se ven afectados por la actividad humana. Sin estos recursos esenciales, no habría vida en la Tierra. Por eso los periodistas medioambientales cuentan las historias más importantes del mundo».

Pero cubrir el medio ambiente puede ser un negocio peligroso. Hace meses, Reporteros sin Fronteras (RSF) dio la alarma sobre los abusos cometidos contra los periodistas medioambientales. Según la ONG, al menos 20 de ellos han sido asesinados en los últimos diez años, mientras que desde 2015 se han registrado 53 violaciones de la libertad de prensa relacionadas con este tema. Otras fuentes afirman que 40 periodistas de todo el mundo murieron entre 2005 y septiembre de 2016 a causa de sus reportajes sobre el medio ambiente.
«El número de periodistas medioambientales agredidos o asesinados ha ido en aumento en la última década», dijo Freedman a EJO.

Los abusos tienen lugar en todas partes del mundo, pero, según RSF, son particularmente comunes en Asia y América, que representan el 66% de los incidentes registrados. Con cuatro periodistas muertos y cuatro agredidos, la India encabeza la lista, seguida de Colombia, Filipinas, México y Myanmar.

La «mafia de la arena»

¿Por qué tanta violencia? «Las controversias ambientales suelen involucrar poderosos intereses empresariales y económicos, batallas políticas, actividades criminales, insurgentes antigubernamentales o corrupción», explica Freedman al comienzo de su estudio. Por consiguiente, los informadores que investigan cuestiones de periodismo ambiental tienen más probabilidades de estar expuestos al peligro que otros en su profesión. En la India, por ejemplo, casi todos los casos de abuso están vinculados a la llamada «mafia de la arena«, redes delictivas que extraen ilegalmente arena de los lechos de los ríos para venderla al sector de la construcción.

Sin embargo, no todos los agresores pertenecen a organizaciones delictivas. «Los periodistas que han sido agredidos, atacados o arrestados señalan en las entrevistas a una variedad de incitadores: corporaciones, policía, criminales, fuerzas militares y residentes locales enojados», revela Freedman. Cree que este aumento de la violencia contra los periodistas medioambientales se debe en parte a la «falta de voluntad y la incapacidad de los gobiernos para detener y castigar a los agresores».

Acoso «legal»

Pero la violencia física no es la única arma que se utiliza para silenciar a los periodistas. RSF señala que «la legislación sobre la difamación puede utilizarse a menudo para demandar o entablar acciones penales contra quienes intentan exponer la verdad sobre el impacto ambiental de las prácticas destructivas de poderosos grupos empresariales».

La detención y el encarcelamiento es la violación más común de la libertad de prensa que enfrentan los reporteros ambientales. En Canadá y los Estados Unidos, por ejemplo, docenas de periodistas fueron detenidos entre 2016 y 2020 mientras cubrían las protestas contra la construcción de oleoductos y una importante presa hidroeléctrica en tierras ancestrales. Además, los periodistas que trabajan en temas ambientales pueden ser objeto de «un continuo acoso en línea, en particular trolls y amenazas de desvelar información privada, cuando cubren temas como el cambio climático», dice Parker.

Consecuencias a largo plazo

El acoso tiene consecuencias duraderas. En su estudio, Freedman explora el impacto de estos ataques contra los reporteros medioambientales a través de entrevistas en profundidad con periodistas en activo y ya retirados que los han sufrido. «Los efectos psicológicos incluyen la depresión, el trastorno de estrés postraumático y el abuso de sustancias», explica. «Las consecuencias profesionales incluyen la pérdida de trabajos o asignaciones independientes, dificultad para concentrarse en el trabajo y problemas con los superiores o colegas».

Freedman también señala que las víctimas suelen ser reacias a buscar ayuda: «Los periodistas suelen considerarse machos -sin importar el género- y resistentes, capaces de trabajar en condiciones difíciles». Estas consecuencias psicológicas y la renuencia a obtener apoyo también se han observado entre los periodistas que informan desde las zonas de guerra, que también están constantemente expuestos a peligros y traumas.

Sin embargo, la situación no es exactamente la misma. «A diferencia de los periodistas medioambientales, los reporteros de guerra son mucho más vulnerables a la violencia indiscriminada, como los bombardeos», dice Freedman. «No son atacados porque sean periodistas, sino porque están en el lugar equivocado en el momento equivocado. Este es también el caso de los que cubren desastres naturales».


Formación, protección y disuasión

Hay programas de formación diseñados para ayudar a los periodistas a minimizar sus riesgos. Varios son ofrecidos por la Sociedad de Periodistas Ambientales, a menudo en colaboración con otras organizaciones.  «El año pasado, la SEJ puso en marcha un taller de seguridad de un día de duración que incluía consejos prácticos para mantenerse a salvo en situaciones peligrosas, desde incendios forestales hasta huracanes y zonas de conflicto, y una guía para protegerse del acoso en línea. También proporcionamos recursos para hacer frente a los traumas», dice Parker.

Según Freedman, esa formación «puede proporcionar cierta preparación», pero por sí sola no es suficiente. «La protección», añadió, «también necesita de la disuasión, lo que significa el compromiso del gobierno de encontrar, procesar y castigar duramente a cualquiera que agreda o mate a periodistas».

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